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Columnista

Los animales sienten

Leslia Jorquera

María José Ubilla, Universidad Andrés Bello.

por Leslia Jorquera

Se ha podido demostrar que los humanos y muchos animales compartimos prácticamente las mismas estructuras y varias funciones neurológicas, por lo que las diferencias no son cuantitativas sino cualitativas.

La conducta de los animales ha sido siempre motivo de interés para las personas, frecuentemente por razones de tipo práctico y utilitaristas, donde en ocasiones cuesta equilibrar y asociar patrones de conducta con una emoción animal.

En la actualidad existe una disciplina denominada Etología clínica, encargada de diagnosticar, prevenir y tratar los problemas de comportamiento que pueden presentar los animales de compañía y los animales silvestres en cautiverio.

Pero ¿por qué es importante la existencia de esta disciplina? Su relevancia radica en que en la medida en que la relación animal-humano se hace más estrecha, aumentan las posibilidades de trastornos en el comportamiento de los animales, esto puede estar por la modificación de su ambiente natural o porque tratamos de adaptar sus costumbres a las nuestras, ignorando las conductas propias y sobre todo diferentes entre cada especie.

Por otro lado, el cambio relación humano –animal, ha permitido reconocer que los animales son capaces de sentir y expresar emociones, lo que presenta cierto resquemor, incluso en algunos médicos veterinarios, debido al temor de antropomorfizar a los animales.

Se ha podido demostrar que los humanos y muchos animales compartimos prácticamente las mismas estructuras y varias funciones neurológicas, por lo que las diferencias no son cuantitativas sino cualitativas.

Así, por ejemplo, la amígdala es una estructura que participa en el control del miedo, la agresión, la identificación del peligro, el afecto y la memoria emocional, en cambio el hipotálamo, además de participar en regulación hormonal, en los centros de hambre y sed, también tiene que ver con la expresión de emociones.

Considerando lo anterior, la falta de Bienestar Animal (BA) puede llevar a un deterioro de la salud mental y física del animal, y a la expresión de emociones tales como el sufrimiento, el miedo, la ansiedad o la frustración, debiendo para ello ocurrir eventos complejos en el cerebro y de proceso cognitivos.

Esto se puede traducir en trastornos de comportamiento, siendo los más comunes la persecución de cola, balanceos, automutilación, vocalizaciones persistentes, movimientos de un lado a otro, agresividad, depresión, apatía, conductas redirigidas y las fobias.

Por otro lado, altos estándares de BA pueden incidir en estados emocionales benéficos, como la felicidad.

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