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Columnista

Educación de calidad para un mejor futuro

Leslia Jorquera

Alejandro Mege Valdebenito.

por Leslia Jorquera

 En toda discusión y análisis de la educación que tenemos, lo que se ha dado en llamar “calidad” no  ha logrado una definición que genere consenso. 

Una afirmación que se ha repetido hasta la saciedad fue reiterada por el Presidente de la República cuando reconoció que con la calidad de nuestra educación no tenemos la posibilidad de un mejor futuro como país. Así, de manera transversal, con excepción de algunos que se sienten satisfechos con la educación que se imparte, de todos los sectores se reconoce que la educación de nuestros alumnos presenta bajos estándares de calidad que no habilitan para alcanzar los niveles de crecimiento y desarrollo que la sociedad y el país requieren para construir un futuro más promisorio.

En toda discusión y análisis de la educación que tenemos, lo que se ha dado en llamar “calidad” no ha logrado una definición que genere consenso y que permita tomar decisiones para reorientar el proceso educativo, más cuando en el origen del concepto subyacen las ideas de eficiencia y eficacia importadas de las teorías de la administración basadas en el modelo de la eficiencia económica, es decir, lograr las metas con la menor cantidad de recursos posibles, como se exige a la educación subvencionada por el Estado y que tensiona a la comunidad escolar y distorsiona el verdadero sentido de calidad educativa. De ahí que es necesario que el juicio de eficiencia como expresión de calidad tiene que abandonar la sola racionalidad económica y construirse en base a criterios  propios de la pedagogía y ello porque el concepto calidad es multidimensional y totalizante y no está restringido a parámetros cuantitativos que miden preferentemente conocimientos sino que, también, reconocer factores que afectan el logro de calidad, como la burocracia  administrativa, el uso real del tiempo lectivo, las prácticas escolares rutinarias, el frondoso currículo escolar –que nunca logra ser tratado totalmente y con muchos contenidos obsoletos – la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje, el ambiente escolar, la asistencia de los alumnos, el trabajo docente, la tecnología incorporada al aula, así como el proceso formativo-valórico en la institución escolar.

En este escenario, la calidad educativa está determinada por la respuesta que da a los requerimientos del modelo económico, social e ideológico predominante, modelo que mide la calidad de la educación con instrumentos como el Simce y la Psu, diseñados para otorgar puntajes y seleccionar alumnos según los aprendizajes posibles de medir de manera estandarizada y no para verificar calidad educativa, que difiere del concepto calidad que tiene el mundo industrial y empresarial según sea la perfección que se logre en los productos elaborados en serie. Mejoramiento humano que es posible alcanzar cuando todas las personas tengan acceso a una educación de calidad que contribuya a su propio crecimiento y desarrollo así como de la sociedad a que se pertenece.

Cuando se responda cómo dar una mejor educación y cómo hacerlo para todos, nos estaremos acercando a la verdadera calidad educativa. (I. Aguerrondo)

Alejandro Mege Valdebenito.

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