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Columnista

Inconsciente objeción

Leslia Jorquera

Roberto Poblete, actor.

por Leslia Jorquera

Lamento que las nuevas autoridades se permitieran llegar a esta instancia, porque se trata de una ley que cuenta con el apoyo de la ciudadanía.

Hay situaciones donde nunca, ninguna mujer quiere estar. Elegir entre su vida y la de su hijo, que el bebé en su vientre no pueda vivir o quedar embarazada producto de una violación. El 2017 se promulgó una ley esperada durante décadas, la ley de despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales, que se hacía cargo del tema. No es un asunto fácil, porque aquí está en juego la misma vida que muchos dicen defender y a la vez la estabilidad mental y emocional no sólo de las afectadas, sino que también de sus familias y su entorno. Sin duda un primer paso para avanzar en la consagración de la libertad de decidir, al menos ante estas tres causales.

Era una pequeña victoria no sólo para las mujeres, si no para la sociedad en su conjunto. El recuperar algo que Chile había tenido desde el año 31 y que “perdió” en dictadura. No obstante, con la llegada del nuevo gobierno, esa pequeña pero significativa victoria comenzó a desvanecerse, cuando el ejecutivo emitió un “Protocolo de Objeción de Conciencia”, con el que pretendían abrir la posibilidad de una negativa a acatar esta disposición invocando motivos éticos o religiosos por parte de médicos e instituciones de salud privadas.

Por donde se mire un retroceso en lo avanzado, que no tardó en llegar a oídos de la Contraloría General de la República, entidad fiscalizadora superior, autónoma y de rango constitucional, que determinó – afortunadamente – que esta iniciativa no se ajusta a derecho, porque “Los establecimientos públicos de salud deben garantizar el libre e igualitario acceso a la salud” y en el caso de los establecimientos privados que tengan convenio con el estado, tampoco pueden acogerse a la Objeción de Conciencia, puesto que al recibir financiamiento público se entiende que sustituyen a los servicios de salud y forman parte de la red pública.

Lamento que las nuevas autoridades se permitieran llegar a esta instancia, porque se trata de una ley que cuenta con el apoyo de la ciudadanía y no se pueden borrar las transformaciones que van en su directo beneficio. Sin duda un papelón, que además dio la oportunidad a que cientos de profesionales de la salud dejaran de manifiesto que realmente no están al servicio de todos, sino más bien de unos pocos.

Ocurrió por ejemplo en Osorno, donde todos los médicos se declararon “Objetores de Conciencia” y las mujeres, en total desamparo, debían renunciar a ser atendidas en su territorio, ya que se determinó su traslado a Puerto Montt. Entonces me pregunto: ¿Qué les dice su conciencia a la hora de atender en su último tiempo de vida a un violador de los Derechos Humanos?. A las instituciones privadas, ¿hay conciencia a la hora de pedir un cheque en blanco o cobrar millonarias sumas de dinero a familias devastadas por una enfermedad? En el ámbito de la justicia, ¿puede un defensor público negarle atención a un ladrón, un violador o un asesino?.

A esas mujeres que sufrieron y/o sufren en el debate de la vida y la muerte, que no saben si perderán la vida al dar a luz, que cargan con la impotencia de llevar un bebé muerto en su vientre sin poder hacer nada, que fueron abusadas brutalmente y hoy esperan un hijo producto de esa violación, a todas ellas, les pido disculpas por lo que no hemos sido capaces de hacer como sociedad, porque ni en Chile, ni en ninguna parte del mundo, debiera coartarse el derecho a decidir libremente, menos aún ante un escenario tan íntimo y personal… de ninguna manera.

Roberto Poblete, actor.

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