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Columnista

¿Democracia?... ¿Dónde?

Leslia Jorquera

Mario Ríos Santander.

por Leslia Jorquera

 José Miguel Insulza quiere aceptar la invitación del Presidente a integrar una comisión de estudios sobre materias de interés común, y su partido el Socialista, se lo prohíbe.

¿Habrá algo más difícil en la conducción de los pueblos, que acoger a la democracia como sistema político?

Es correcta la pregunta, porque efectivamente, es muy difícil que la Democracia actúe en la plenitud de sus formas. Aún más, no existe en ninguna parte. Y más delicado todavía, tampoco va a existir porque nunca ha existido.

Convengamos en algunas orientaciones previas de nuestro análisis. De partida en política, los términos de uso generalizado y la democracia es quién sabe si el que más, suelen tener multitud de interpretaciones. Comunistas, fascistas, nazistas, dieron a la democracia el sentido propio de una conducta representativa, hoy tan en boga a través de otras estructuras políticas pero igualmente represivas, (“El Partido representa al pueblo en su ideal”, está en todas las Declaraciones de Principios inscritas en el Servel.

La Democracia, en su definición primaria, reflejando la esencia de lo que es, “Forma de Gobierno, en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos”, pretende ser en lo social, lo que la libertad es en lo individual. Y si aquello, democracia – sociedad, resulta ser una relación plena y vigorosa, habrá que construir los caminos o respetar la naturaleza de las cosas, para que se pueda manifestar en toda su dimensión. Y ahí surgen los partidos políticos que en la sociedad sajona, cumplen con ser meros conductores de personas que aspiran, conforme a la doctrina que los une, a ser representativos de ese pueblo. Es el caso de los EEUU. Los dos partidos, Demócrata y Republicano, comprometen su actuar público, sólo en la organización del mayor acto democrático, recoger la voluntad del elector, representativo éste del pueblo, y luego, a través de centros de estudios públicos, apoyar (no obligar), a sus elegidos en las cuestiones diversas que les corresponde definir. Es un buen ejemplo y sin duda que el valor primario de la Democracia, termina siendo bien interpretada. En sociedades latinas, que son las más, esto no ocurre. Baste observar que el senador  José Miguel Insulza quiere aceptar la invitación del Presidente a integrar una comisión de estudios sobre materias de interés común, y su partido el Socialista, se lo prohíbe. Y lo más grave, no es la prohibición partidaria, más grave aun, es que el senador Insulza que juró “servir a la Patria”, termine sirviendo a la Comisión Política de un  partido. Esto, nunca ha sido ni será democracia, esto es Partidocracia, una forma de gobierno que se ha propuesto implantar,  en este caso la directiva de un partido político que, vienen de haber perdido incluso la principal elección, la de gobernante. 

 

Hoy Chile es Partidocrático. Y tan fuerte es esta ocurrencia, que quien controla el partido, también controla a los representantes populares. Y  la razón de ellos, es que el Partido es dueño absoluto del “cupo”, que les permitió competir o peor aún, del “cupo” laboral en una repartición estatal. El Partido es el dueño absoluto de la inteligencia y por tal motivo su representante en el Congreso u otro consejo de origen electoral o de designación, se le prohíbe tener voz distinta a la que el Partido dispuso.

En verdad, hablar de Democracia, no es un  asunto que  le compete a la estructura pública de nuestro país. No han hecho mérito. Es mejor callar, será más noble que seguir en esta mentira que ya es permanente.

Mario Ríos Santander.

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