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Columnista

Nicanor, acuérdate de mí

Leslia Jorquera

Salvador Lanas Hidalgo, director académico de Escuela de Liderazgo Universidad San Sebastián.

por Leslia Jorquera

Quiero hacer notar dos aspectos portentosos que posee Nicanor y él, claro, se hace, el de las chacras. Y no me refiero a su preparación cultural, científica y filosófica que es apodíctica; lo que deseo expresar, en primer lugar, es que Parra tiene pensamiento; no, no hablo de su bello poema; me refiero que, al igual que Borges o Saint Exúpery, la obra literaria de Parra denota un pensamiento; un pensamiento poético.

Esto es el colmo. ¿Qué te pasó  Estocolmo?  Y lo hicieron nomás. No les bastó con Borges; había que crucificar al Cristo de las Cruces. Él resucitará, huichi piriche. No pretendo esgrimir con agudeza si esto o aquello, es lo más importante de Parra, ya lo veo diciéndome: “soy del montón”. Que si el Soliloquio lo refleja a cabalidad o más bien el Hombre Imaginario. Imaginen, tamaña hazaña. Válgame Dios.

En realidad, todos los caminos conducen a Parra. Él puede ser  profeta, santón, gurú o poeta; pero meterse allí es un arma de doble filo; ¿con qué artefacto? Quiero hacer notar dos aspectos portentosos que posee Nicanor y él, claro, se hace, el de las chacras. Y no me refiero a su preparación cultural, científica y filosófica que es apodíctica; lo que deseo expresar, en primer lugar, es que Parra tiene pensamiento; no, no hablo de su bello poema; me refiero que, al igual que Borges o Saint Exúpery, la obra literaria de Parra denota un pensamiento; un pensamiento poético.

Por cierto, este espacio no permite demostrar fehacientemente este aserto. Lo acometeremos gustosamente en una nueva oportunidad; no obstante, manifiesto que así como Nietzsche utilizó los aforismos, Parra emplea la paradoja para expresar su postura, acerca de la existencia, del ser humano y del universo. Algo similar a los “pensamientos” de Pascal o a ese mundo  que habla el poeta Ezra Pound  en sus “imágenes quebradas”. Postura que orilla la contradicción y bordea el nihilismo. Sin embargo, Parra se sumergió sin piedad en el Jordán, como lo evidencia desde temprana edad, sus órdenes  prístinas para abordar los pasos de su velatorio y funeral. El agua escatológica se le salía por los poros. Y ese sentido de parusía le traspasa su inteligencia y su espíritu.

En segundo lugar, quiero hacer resaltar esa actitud ética vital de Nicanor Parra, la consecuencia, dimensión olvidada o enterrada hace rato en nuestro país.

La consecuencia, en términos simples es, como dijo hace poco una ilustre visita, que haya coherencia entre lo que se piensa, se siente y se hace. Esta honestidad encarnada hasta los tuétanos, era el pan nuestro de cada día del poeta.  Cierto mundo político habla del pueblo, pero no vive ni siente como el pueblo. Es el paisaje que describe el genio venido del sur. Parra habla y siente como el pueblo, por eso la identidad entre ambos fluye tan natural. Esta virtud lo ha llevado  a ser un personaje insobornable a nivel planetario, como lo han sido en su época, León Bloy, Isabel de España, Albert Camus, Marie Curie o los esposos Maritain. Nicanor, acuérdate de mí cuando estés en el reino.

Salvador Lanas Hidalgo, director académico de Escuela de Liderazgo Universidad San Sebastián.

                                                                  

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