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La Tribuna
Columnista

El VAR de la República

Leslia Jorquera

Cristóbal Bellolio.
Escuela de Gobierno
U. Adolfo en Ibáñez

por Leslia Jorquera

“El TC es como el VAR (video asistente arbitral) de la política: independiente del fallo original del árbitro del partido”.

La suerte del recién aprobado proyecto de ley que despenaliza la interrupción del embarazo en tres causales está ahora en manos del Tribunal Constitucional. Hay mucha gente que considera que dicha institución le hace trampa a la democracia. A fin de cuentas, el TC funciona como una especie de tercera cámara legislativa, con la salvedad que sus miembros no fueron electos directamente por la ciudadanía para tal efecto. Resuena con el recuerdo de los senadores designados.

Sin embargo, en principio, los TC de todo el mundo juegan un rol relevante en el resguardo de ciertos derechos fundamentales que -al menos en la cultura liberal- no deben ser pasados a llevar por mayorías parlamentarias circunstanciales. En ese sentido, el TC es como el VAR (video asistente arbitral) de la política: independiente del fallo original del árbitro del partido, los jueces en la caseta pueden determinar que el cobro sea diferente. Aunque nos indigne -especialmente cuando el cobro definitivo nos perjudica- lo cierto es que el VAR entrega una sentencia menos excitante pero más apegada a la justicia del reglamento.

Por lo anterior, recurrir al TC después de perder una batalla legislativa no necesariamente convierte al recurrente en un mal perdedor. De hecho, el papel del TC es que no haya malos ganadores en el proceso de formación de la ley. Hasta ahí todo bien: la derecha tiene por tanto derecho de apelar a su derrota respecto del aborto.

El problema es que nuestro TC está cuoteado políticamente de tal manera que se parece más a una tercera cámara que a un órgano independiente de eximios juristas constitucionales. Es cierto: no cualquiera llega a integrar el TC. Pero el requisito esencial parece ser la capacidad de representar ciertas sensibilidades ideológicas. De muestra un botón: el último en entrar fue un ex diputado UDI.

Dicho de otra manera, el problema no debiera ser con el TC como institución sino con la actual composición del mismo. Esto último es lo que atenta contra su legitimidad en el contexto de un sistema democrático. Mientras aquello no se corrija, las cruciales atribuciones del TC seguirán en tela de juicio.

Cristóbal Bellolio.

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