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La Tribuna
Columnista

Migración en Chile

Zazil-Ha Troncoso

Bryan Smith, investigador de Observa Biobío

por Zazil-Ha Troncoso

Nunca antes en la joven historia de nuestro país nos habíamos enfrentado a una migración de países vecinos tan grande como la que hoy vivimos.

Nuestra historia migratoria está marcada por la migración europea. Por una parte, nuestra alargada geografía nos hizo necesitar de población joven, valiente y proactiva para colonizar las extremas zonas y los extremos climas de este bendito país.

Por otro lado, países de Europa en distintos tiempos no han sido un lugar tan propicio como lo son hoy, lo cual ha forzado la emigración de sus nacionales en busca de mejores oportunidades.

No por nada países como Irlanda, Alemania, España, Italia y muchos otros, en puntos álgidos de su historia, han visto a sus nacionales emigrar; la hambruna de Irlanda, la unificación de Alemania, las persecuciones fascistas en Italia, la Guerra Civil española y el término de la Segunda Guerra Mundial, sólo por mencionar algunos hitos de estas migraciones situacionales.

También nosotros, en nuestra historia reciente, hemos necesitado de la mano de otros países para recibir a nuestros compatriotas en momentos álgidos de nuestra política.

Más allá de estos hitos, no podemos negar jamás nuestra naturaleza mestiza como nación, que a la vez es la naturaleza de toda América, la cual debemos aceptar y aprender a sacar lo mejor de esta característica natural.

El momento migratorio que vivimos hoy como país es muy interesante. Por un lado, habla bien de nuestra situación socioeconómica versus la de nuestros vecinos, y también versus países europeos como España, pero por otro lado no habla muy bien de nuestra conducta frente a este fenómeno mundial.

Es de sentido común el respeto hacia quien busca mejores oportunidades ¿Por qué debemos negar a otro ser humano el derecho a una mejor vida, a un mejor pasar, tanto para ellos como para sus familias? No son tiempos para los comentarios desafortunados, todo lo contrario, necesitamos enfrentar inteligente y responsablemente la migración actual.

Las oportunidades y las puertas no se deben cerrar a nadie. Estamos recibiendo gente joven, muchos de ellos muy capacitados y que, además, suman en la natalidad y la edad de nuestra nación, que va envejeciendo día a día.

Aun cuando como seres humanos debemos ayudar al inmigrante, también debemos ser objetivos y rigurosos en cuanto a los antecedentes judiciales de quienes vienen, pues no podemos cegarnos a que todos son buenos elementos. En su inmensa mayoría, quienes vienen a nuestro país son personas buenas, sanas, muy educadas (muchas veces más que nuestros propios conciudadanos), pero nunca falta ese pequeño dato, ese uno entre miles, que viene a buscar otros horizontes para su carrera delictual. En este sentido:

  1. No juzgar al extranjero por las fechorías de las minorías delictuales. No olviden las bandas delictuales chilenas, que nos hacen mala fama en países del primer mundo y por lo cual nos sentimos como país muy avergonzados, ya que ellos no representan las actitudes de nosotros. Un antisocial es antisocial aquí y en la quebrá del aji; no lo son por denominación de origen, sino más bien de actitudes.
  2. Debemos reforzar nuestras relaciones multilaterales, en especial con nuestros países hermanos latinoamericanos, pues solo así afiataremos lazos judiciales importantísimos para trabajar en conjunto contra la delincuencia tanto a niveles internos como a niveles continentales. (Si el barrio anda bien, a cada vecino le va bien).
  3. Comencemos a pensar a nivel continental para proyectar la región y a cada uno de sus miembros hacia un mejor futuro. Las riquezas que tienen nuestros vecinos, las riquezas que tenemos nosotros, representan potenciales importantísimos y mucho más vastos que los que poseen otras regiones del mundo. Trabajemos en esto.
  4. Trabajar a nivel comunal, con un departamento de migración, sería beneficioso para todos, pues así podemos ayudar, entender y educar.

Seamos razonables, no caigamos en el juego en el que están cayendo Europa y Estados Unidos hoy por hoy; la xenofobia y el racismo sólo alimentan el odio y no hacen bien a los países. Seamos justos con quienes nos necesitan y severos con quienes lo merecen; no veamos inmigrantes, veamos personas que en nuestro país ven un mejor futuro, razón por la cual debemos sentirnos orgullosos y asumir este gran desafío, esta gran responsabilidad. 

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