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La Tribuna
Columnista

El descanso estival

Leslia Jorquera

Roger Sepúlveda Carrasco

Rector Santo Tomás Los Ángeles

por Leslia Jorquera

 Las vacaciones son parte de un proceso necesario que nos permite continuar nuestras labores profesionales y personales de mejor manera.

Las vacaciones son consideradas la época ideal para recuperar energías invertidas durante el año en los múltiples proyectos que emprendemos, un espacio para compartir en familia, hacer cosas distintas y salir de la rutina.

Lo que entendemos hoy por “vacaciones” es una invención reciente. Tan sólo en 1948 la Naciones Unidas las declararon como un Derecho Humano para los trabajadores, pues antes era un beneficio al que sólo algunos privilegiados accedían.

Chile, a diferencia de los países europeos u otros del continente, destina sólo un breve período del año a este quiebre en la jornada laboral. España, Francia y Dinamarca, además de Estados Unidos son los que a nivel mundial mayor cantidad de días asigna a este fin, contando 30 en el año calendario. 

Según explican los expertos y desde las perspectivas psicológica y biológica, las vacaciones son parte de un proceso necesario que nos permite continuar nuestras labores profesionales y personales de mejor manera. En este sentido, el factor biológico tiene relación con el tiempo que nuestro organismo requiere para recuperarse y funcionar óptimamente. Si consideramos que sólo en los últimos años los feriados se han extendido coincidiendo con fines de semana, ésta podría ser una de las razones que justifican el incremento de las consultas por estrés u otras enfermedades asociadas al agotamiento.

Si este es el cuadro entonces es indispensable que logremos desconectar nuestra psiquis de lo que habitualmente hacemos, pues si nuestras capacidades psicológicas se fuerzan y no reciben descanso, se agotan dando espacio a alteraciones, primero físicas y luego emocionales. Así también aumentan las dificultades por hacer mal lo que habitualmente hacíamos bien.

Este periodo, debiéramos destinarlo también a compartir, especialmente con nuestros más cercanos, con el núcleo familiar y amigos. Así como en otras culturas es bien visto trabajar por los demás integrantes de la sociedad, compartir el ocio también es valorado. Para los griegos el significado de ocio no era “no hacer nada”, sino todo lo contrario, era un quehacer lleno de contenido enriquecedor, tanto que hoy la ciencia ha demostrado que el cerebro está mucho más activo cuando se mantiene en reposo.

La recomendación entonces es que destinemos en nuestras vacaciones tiempo para hacer mejores cosas, para acercarnos a nuestros afectos, para juntarnos con amigos, para crear nuevas cosas y también para encontrarnos con nosotros mismos y alimentar nuestra alma. Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestros seres queridos lo agradecerán.

Roger Sepúlveda Carrasco

Rector Santo Tomás Los Ángeles

 

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