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La Tribuna
Columnista

Un nuevo marco normativo que sancione el maltrato

Leslia Jorquera

Roberto Poblete Zapata

Diputado

por Leslia Jorquera

Según estudios recientes de Unicef, actualmente en América Latina existen 6 millones de niñas y niños agredidos severamente por sus padres o familiares y 85 mil mueren cada año como consecuencia de estos castigos.

El maltrato es una manifestación del abuso, y la antesala de la negación del otro. A través del abuso y del maltrato configuramos un escenario que definitivamente debemos rechazar.

Según estudios recientes de Unicef, actualmente en América Latina existen 6 millones de niñas y niños agredidos severamente por sus padres o familiares y 85 mil mueren cada año como consecuencia de estos castigos. En Chile, el 73,6% de los niños y niñas sufre violencia física o sicológica de parte de sus padres o parientes. El 53,9% recibe castigos físicos y un 19,7% violencia sicológica. Sólo un 26,4% de los niños, niñas y adolescentes, nunca ha vivido situaciones de violencia por parte de sus padres. Otro tanto ocurre con los adultos mayores. Y esto hace sin lugar a dudas, que debamos preocuparnos por esta realidad que nos circunda, para transformarla urgentemente.

Las ideas matrices de los proyectos de ley que buscan modificar el Código Penal, el Código Procesal Penal y  el Decreto Ley N° 645, de 1925, sobre registro general de condenas, tienen el propósito de crear un nuevo tipo penal de maltrato contra menores de edad y otras personas en estado vulnerable y/o aumentar la penalidad y demás sanciones aplicables a delitos perpetrados contra ellos.

Ayer martes 17 votamos en la cámara en su tercer trámite este proyecto porque queremos cambiar el paradigma, de que el “maltrato educa”. Que quede claro: el castigo físico y sicológico como una herramienta “educadora” está lejos de la educación y más cerca del delito.

Una sociedad dividida como la chilena, que es y ha sido profundamente desigual, ha dejado como saldo prácticas de las que nos avergonzamos, pero que siguen teniendo carta de ciudadanía entre nosotros, las golpizas, los maltratos físicos o verbales en contra de niños, niñas y ancianos hechos por adultos o por personas con suficiente juicio y razón para conocer las consecuencias de sus actos, son la peor expresión de la condición humana, y contra la cual debemos dar una dura lucha.

Defender al vulnerable restablece las cosas a un equilibrio fundante y hace viable la vida gregaria.

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