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La Tribuna
Columnista

El remezón electoral de Goic

Leslia Jorquera

Juan Cristóbal Portales

Escuela de Periodismo

Universidad Adolfo Ibáñez

por Leslia Jorquera

El triunfo de Carolina Goic en las elecciones de la mesa nacional de la Democracia Cristiana promete remecer el mapa presidencial que se venía configurando. Primero, porque implica el triunfo claro y contundente de un liderazgo unitario en un partido hasta hace poco fragmentado, sin norte y hundido en una hoguera de las vanidades, de progresismos de cartón y facciones chasconas con olor a naftalina. Es también la victoria de una apuesta lejana a un caudillismo pragmático-transaccional expresado por algunos militantes deseosos de asegurar un posible botín en el Estado con un encumbrado Guillier, y distante a un caudillismo nostálgico del orden y el statu quo laguista, defendido por figuras octogenarias como Andrés Zaldívar.

Segundo, porque avala una opción real de redefinir y defender una identidad DC, con candidato y programa propios de cara a elecciones presidenciales y a una negociación de pactos y elencos parlamentarios. Luego, da mayor brío y músculo a una candidatura que, si bien es mejor valorada que las de Lagos o Insulza requiere de tiempo para visibilizarse instalarse y explotar sus mejores atributos. Parte de estos atributos tienen que ver con la promesa de liderazgo ético claro, alejado de las retroexcavadoras que comulga con un reformismo responsable y creativo, que da la cara, no se silencia estratégicamente que pone de relieve el valor de la política y sus instituciones y aparece liberado de conflictos de interés, financiamiento irregular y fideicomisos no tan ciegos.

Goic tiene la posibilidad también de revalorizar un liderazgo femenino venido a menos con Bachelet, auténticamente inclusivo pero competente, resolutivo, con experiencia dirigencial partidista y legislativa, y capacidad para escuchar pero tomar decisiones duras. Un liderazgo que represente y defienda la dignidad de la mujer y la eleve por sobre un estatus de muñeca inflable. Por último, la elección de Goic y su opción presidencial pueden cambiar el eje de una campaña hasta ahora carente de sustento y sobrepoblada de fuegos artificiales, con aspirantes que coquetean a ratos con un discurso y ethos populistas.

Una campaña y candidatos que, más allá de diagnósticos manoseados, visibilizan contradicciones discursivas y poco y nada hacen por subsanar esa creciente ansiedad ciudadana respecto a cómo abordar por ejemplo, la debacle de la salud pública, las inequidades evidenciadas con el actual sistema de isapres o AFP, o el rezago y pobreza educativa de nuestro sistema preescolar y escolar más allá de una promesa de gratuidad. No sería raro que en este escenario de desafección y caudillismos pobres, Goic finalmente logre revalidar una lógica de los tres tercios y se instale como una real alternativa, ética y épica para la política y para un electorado en creciente estado de orfandad.

Juan Cristóbal Portales

Escuela de Periodismo

Universidad Adolfo Ibáñez

 

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