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La Tribuna
Columnista

Macrorregiones: una opción de integración y desarrollo

Leslia Jorquera

Roger Sepúlveda Carrasco

Rector Universidad Santo Tomás

por Leslia Jorquera

Desde tiempos inmemoriales la sociedad se ha agrupado con fines administrativos, políticos, bélicos, culturales o económicos, permitiendo la conformación desde aldeas hasta imperios pasando por países, estados, regiones, provincias y comunas.

La organización territorial de Chile ha sido uno de los mayores desafíos de nuestros mandatarios. Durante la Colonia (1596 - 1786) éramos una gobernación dependiente del Virreinato del Perú de la cual se desprendían 12 provincias, luego vino un proceso de concentración con sólo dos grandes Intendencias, Santiago y Concepción, y de ellas se desprendían las diferentes ciudades. Recién en 1811, el Primer Congreso Nacional incorporó a Coquimbo como una tercera Intendencia.

Desde entonces hemos visto una serie de cambios de organización político administrativa que tienden a consolidar los territorios que conocemos como provincias. Eso hasta que en 1969 se conformaron 12 regiones y una zona Metropolitana, a las que se sumaron dos en 2007.

Hago este ejercicio de perspectiva histórica, pues en las últimas semanas hemos sido testigos de que la idea de Ñuble región está muy próxima a concretarse.

En lo personal me parece que este territorio de 21 comunas a su haber, cuenta con muchas condiciones para responder al desafío de ser una región autónoma y soltar las vinculaciones administrativas de la otrora región que albergó y compartió los frutos de su desarrollo desde la época colonial.

Una segunda derivada de este reto, es contar con la inteligencia que capitalice las sinergias existentes entre las provincias que compartimos un territorio en común y más aún, fortalecerlas con la incorporación de otras regiones o provincias a una unidad que contrapese la gravitación de la Región Metropolitana en materia de presupuestos, habitantes, infraestructura, capital humano y definitiva, de oportunidades para su gente.

La física plantea que un agujero negro es una concentración de masa tan elevada que genera un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ella. Es precisamente eso lo que está sucediendo con nuestra megaconcentrada capital nacional.

Por qué no pensar en Ñuble región dentro de una macrozona, comprendida entre los ríos Maule y Toltén, donde a pesar de su autonomía política se puedan aprovechar en conjunto con otras provincias de este pacto beneficios económicos, sociales y culturales asociados a proyectos comunes. Siendo esta una buena forma para no ceder ante la antigua estrategia Romana para conservar su poder político “Divide et impera”.

Roger Sepúlveda Carrasco

Rector Universidad Santo Tomás

 

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