Opinión

El rol de Concepción en la Independencia de Chile

Carlos Ibarra Rebolledo

Académico de Pedagogía Media en Historia y Geografía

Universidad San Sebastián

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15-09-2016_21-57-01CarlosIbarraUSS / FUENTE:

Concepción se vio libre sólo tras la muerte de líderes realistas como Benavides, Picó, Lantaño, Ferrebú y los hermanos Pincheira. Sólo entonces lo hecho por la Patria cobraba sentido en estas tierras de la antigua Baja Frontera. Chile, ahora para los penquistas, ya era libre de verdad.

 

 

Cuando el 18 de septiembre de 1810 se instituyó la Primera Junta de Gobierno en Santiago, la misma que juró lealtad a Fernando VII, rey de España que estaba detenido en Valençay (Francia) desde 1808 por orden de Napoleón Bonaparte (quien había invadido suelo hispano), los penquistas, leales servidores del monarca –hasta entonces–, decidieron apoyar la moción santiaguina: defenderían los intereses del rey “hasta con la última gota de su sangre” si fuera necesario. Lo que no midieron es que el eufemismo se volvió realidad poco tiempo después.

Pero hubo un grupo de descontentos que encabezó la rebelión. La instauración del Primer Congreso en 1811 fue aviso de ello: O’Higgins, Martínez de Rozas, fueron dos de los rebeldes (los más visibles) contra la Corona hispana, a la que siguió desde Santiago el golpe de Estado de José Miguel Carrera y sus hermanos. A 1813, la guerra ya se había iniciado, y el nudo Talcahuano-Concepción era un enclave vital: aquí desembarcaron “los servidores del rey” (al decir de Fernando Campos Harriet), procedentes sobre todo de Chiloé, Valdivia, Lima y España; y aquí también dieron su vida los precursores de la Patria.

La resistencia al nuevo orden y, en contraparte, la lucha por su instauración, fueron visiones enfrentadas, finalmente, en el campo de batalla.

De este modo, entre 1817 y 1818, además de las infructuosas acciones de El Morro de Talcahuano, como una forma de insuflar ánimo y consolidar el proceso que ya se avizoraba como victorioso, se ordenó en Morrillos de Perales (Talcahuano) y luego en la Plaza de Armas de Concepción declarar la Independencia de Chile (1 de enero de 1818), para luego proclamarla (esto es, difundir públicamente su noticia) en Talca y Santiago el 12 de febrero de 1818 (fecha simbólica: conmemora la fundación de Santiago. Ahora era la fundación de un nuevo orden).

La nueva República de Chile, que se vio en peligro tras el desastre de Cancha Rayada (1818), tuvo una importante victoria en Maipú el 5 de abril de 1818, y Concepción se unió a esa alegría. Pero lamentablemente para los penquistas la dicha duraría poco: la cruenta y larga Guerra a Muerte (1818-1832) iniciaba su derrotero de 18 años donde los leales a la Corona bregarían por devolver estos territorios a Fernando VII. Por ende, Concepción se vio libre sólo tras la muerte de líderes realistas como Benavides, Picó, Lantaño, Ferrebú y los hermanos Pincheira. Sólo entonces lo hecho por la Patria cobraba sentido en estas tierras de la antigua Baja Frontera. Chile, ahora para los penquistas, ya era libre de verdad.

Carlos Ibarra Rebolledo

Académico de Pedagogía Media en Historia y Geografía

Universidad San Sebastián

 

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