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La Tribuna
Columnista

Romanticismo patrimonial

Leslia Jorquera

Stéphane Franck Demiddel

Académico de Facultad de Arquitectura

Universidad San Sebastián

por Leslia Jorquera

El Consejo es la única instancia que nos permite salvar al patrimonio que ha sobrevivido a los impactantes movimientos telúricos e inmobiliarios. Desde el año 1925, 969 bienes inmuebles fueron declarados Monumento Histórico, 144 durante los últimos 5 años.

 

Ya se ha comentado en numerosas ocasiones la complejidad que representa una declaratoria emitida por el Consejo de Monumentos Nacionales. Dentro del contexto del patrimonio tangible, se han criticado las drásticas restricciones que impone el mismo hecho: la demolición de un muro, el cierre de una ventana o el pintar una pared son intervenciones que deben ser revisadas y aprobadas por la institución correspondiente, basándose muchas veces en criterios profesionales y especializados, pero también personales. La debatida evaluación lleva a una sorprendente extensión de los plazos, descabellados para los profesionales de otras disciplinas. Además, dichas restricciones se basan a veces en el principio de la conservación del patrimonio imponiendo una postura extrema que imposibilita la consideración de la rehabilitación y la consecuente sustentabilidad financiera del nuevo proyecto.

Sin embargo, el Consejo es la única instancia que nos permite salvar al patrimonio que ha sobrevivido a los impactantes movimientos telúricos e inmobiliarios. Desde el año 1925, 969 bienes inmuebles fueron declarados Monumento Histórico, 144 durante los últimos 5 años. Valorando esa importante labor ya realizada, estimo que la percepción de la descomunal magnitud del trabajo pendiente no se genera al evaluar el Consejo, sino a nuestro propio contexto socio-cultural. La clásica o repetitiva propuesta de un museo o centro cívico como solución estrella para salvar a un patrimonio demuestra una lamentable falta de entendimiento y creatividad junto con la desconsideración del patrimonio como valor fundamental. No solo cultural, sino también comercial. Mientras mantengamos, como sociedad, una postura pseudo romántica-infantil frente al patrimonio inmueble, este tendrá siempre la sombra de una carga penosa, y no de lo que debería ser: una oportunidad para el emprendimiento.

Stéphane Franck Demiddel

Académico de Facultad de Arquitectura

Universidad San Sebastián

 

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