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Columnista

Educación y economía

Leslia Jorquera

Alejandro Mege Valdebenito

por Leslia Jorquera

Debemos reconocer que la  inversión en educación en Chile –aun cuando no sea lo suficiente- no ha logrado una calidad educativa que se aproxime a lo invertido.

 

En el Foro Global de Educación y Habilidades 2016, realizado en Dubai, participaron alrededor de 1.600 personas provenientes de 110 países, centrando principalmente sus actividades en pensar la forma de integrar la enseñanza con el mundo del trabajo, junto con anticipar y definir “las habilidades del siglo XXI”, necesarias en el crecimiento de las economías, concluyendo que la combinación de 5 capacidades serán determinantes para pensar la educación ejecutiva del futuro (enfocada en administración general, desarrollo personal y habilidades de liderazgo).  Las capacidades definidas son: 1) Pensar más allá de los límites de la disciplina para preparar  personas flexibles, con capacidad para innovar, creativas, que le permitan asumir los cambios acelerados y aún los trabajos que no han sido creados. 2) Desarrollar competencias socioemocionales (incluyen las habilidades blandas) como: creatividad, curiosidad, resilencia, pensamiento crítico y conciencia sociocultural, entre otras, necesarias para entender y motivar a las personas. 3) Liderar equipos caracterizados por la diversidad. Para los expertos ser líder requiere habilidad de conducir grupos diversos y de congregar a personas diferentes al servicio de una causa común. 4) Poner en práctica conocimientos aprendidos en contextos nuevos. Competencia que capacita para extrapolar lo que se sabe, haciendo uso práctico de los conocimientos que se tiene. Es decir, reducir la brecha entre teoría y práctica y, 5) Tener una mirada global. Con una formación de “internacionalidad” de las capacidades mencionadas ya que la educación en una sola dimensión resulta obsoleta sino está en contacto con otras culturas para desarrollarse, madurar y crecer.

Desde la mirada mundial que el desarrollo de las naciones demanda al sistema educativo, podemos apreciar cuán lejos se encuentra nuestra educación para acercarse a esos estándares cuando se enfrenta una reforma educacional que se equilibra de manera precaria entre lo que se quiere, lo que se puede y lo que la economía (y la política, por qué no) permite hacer.

En el foro, Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE, planteó que la baja calidad y poca pertinencia de la educación para las necesidades del mundo contemporáneo en América Latina, incluido Chile, no es solo cuestión de mayores recursos, sino de la adecuada administración de los que se tiene. En esta materia debemos reconocer que la  inversión en educación en Chile – aun cuando no sea lo suficiente- no ha logrado una calidad educativa que se aproxime a lo invertido, más si  los recursos destinados al área se desvían o se consumen en acciones que no impactan  en el trabajo de aula. De ahí la necesidad que la reforma educativa racionalice el uso de los recursos fortaleciendo la gestión directiva escolar, la capacitación y la participación docente.

Alejandro Mege Valdebenito

 

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