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Columnista

¡Arriba el ánimo!

Leslia Jorquera

Abelardo González

por Leslia Jorquera

 Debemos aprender a ver en esos sucesos negativos como una oportunidad de mejora, pero para lograrlo es preciso empezar por reconocerlos;  explorar  caminos de solución; y,  sin temor a los fracasos, que los habrá, poner todos los medios para luchar.

 

Al concluir “Lo que el viento se llevó”, la famosa novela  escrita por  Margaret Mitchel, Scarlett O’Hara, la heroína de la historia - que nunca podrá ser otra sino la incomparable  Vivien Leigh, quien la interpreta en la versión cinematográfica-  , sintiéndose derrotada por las adversas  vicisitudes de su vida, mira hacia el horizonte y, sacando fuerzas de flaqueza,  pronuncia esas clásicas palabras: “… después de todo, mañana será un nuevo día”. Gracias a ellas, el lector o el espectador puede  torcer el triste desenlace e  imaginarse a Scarlett en una vida nueva, llena de fuerza y optimismo, levantándose de la derrota, regresando a su amada Atlanta y reemprendiendo en Tara la lucha por vencer la pobreza, la desolación, el abandono y la soledad.

Un buen ejemplo, especialmente atingente y útil en estos tiempos en que, al observar tantos sucesos negativos que ocurren y nos ocurren, cunde una nube de pesimismo y desesperanza que lo invade todo, y termina por crear actitudes que  bajan  el ánimo y paralizan la conducta: estamos mal, ya no hay nada qué hacer, así es la vida, qué le vamos a hacer. Es cierto, que hay problemas de todo tipo y de todos los tamaños -sería una necedad negarlos o una ingenuidad rebajarles su gravedad-, pero no debemos permitir que ellos nos paralicen y hagan vestir de luto el futuro o impedirnos cruzar “el umbral de la esperanza” para lograr un mundo mejor.

Con la actitud de vivir la derrota por anticipado, Helen Keller se habría quedado incomunicada del mundo, Mahatma Gandhi no habría logrado la independencia de la India, Stephen  Hawking se habría quedado tendido en su camilla, Mandela se habría rendido sin vencer el cruel apartheid y Ray Charles no habría sido el gran cantante que fue. La misma actitud -¡valiente, optimista, de ánimo grande!- que ellos mostraron en sus vidas nos debe servir de ejemplo para enfrentar nuestros problemas personales, de familia o de trabajo. Aunque suene a  frase hecha, debemos aprender a ver en esos sucesos negativos como una oportunidad de mejora, pero para lograrlo es preciso empezar por reconocerlos;  explorar  caminos de solución; y,  sin temor a los fracasos, que los habrá, poner todos los medios para luchar y conseguir el triunfo.

El Papa  Benedicto en su encíclica Spe Salvi,  nos anima a levantar la mirada con  estas sabias y hermosas palabras, “el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”. Las virtudes de la  fe y  la esperanza nos dan la convicción de que “la puerta oscura del tiempo,  del futuro, ha sido abierta de par en par”, en forma definitiva, para siempre y  para todos los hombres.

Abelardo González

 

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