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La Tribuna
Columnista

La publicidad y la violencia contra las mujeres

Leslia Jorquera

Marco Antonio Lizama Carvajal

Docente carrera Publicidad

Universidad Central

Magister en innovaciones educativas

por Leslia Jorquera

 

Siento que es necesario cambiar la mirada con la que se enseña publicidad, dotando a esta de la responsabilidad social que le compete en la construcción de una sociedad más equitativa, de respeto a los derechos de todos.

 

Fue un 25 de noviembre, el día en que una vez más se teñiría con sangre de mujeres el asfalto de las calles de algún país. Fue en República Dominicana y sus nombres eran Patricia, Minerva y María Teresa Mirabal, asesinadas por órdenes del entonces dictador Rafael Trujillo. Las mariposas fueron muertas por motivos políticos, sin embargo la violencia ejercida aquel día dio paso a la problematización, al cuestionamiento acerca de la violencia a la que las mujeres habían sido sometidas por tanto tiempo, tomándose así las muertes de estas mariposas como bandera de lucha para posicionar las demandas de un sector que sin ser minoría se ve marginalizado, violentado y reprimido en nuestra sociedad; las mujeres.

Sin embargo este cuestionamiento parece no haber llegado a los oídos de todos, cada 25 de noviembre, cuando se dedica un día a reflexionar en torno al significado de estos actos, la conmemoración es vagamente cubierta por los medios de información. Es bien sabido que las mujeres siguen siendo violentadas, no sólo de formas físicas, si no que emocional, financiera  y simbólicamente. Este último ámbito es competencia de la publicidad, y es aquí en donde influye la formación y enseñanza de quienes se desarrollan en este medio.

La publicidad sexista con la que somos bombardeados día a día por medios, tanto escrita como televisiva, no es sólo una forma pobre y carente de creatividad para vender un producto, sino también una forma silenciosa, pero no por eso menos dañinas de violencia. La mujer como objeto es un tema recurrente a la hora de vender, como lo ha demostrado cierta marca de telefonía cuya publicidad se basa en esta sórdida estrategia. 

Quizás es un poco como nadar contra la corriente, al estar esta violencia tan naturalizada, tan arraigada a lo más profundo de nuestra cultura, es por ello que se escucha a los jóvenes decir “Si no es para tanto”, “¿No le estarán poniendo mucho color?”.  Siento que es necesario cambiar la mirada con la que se enseña publicidad, dotando a esta de la responsabilidad social que le compete en la construcción de una sociedad más equitativa, de respeto a los derechos de todos. Es deber de los que estamos comprometidos con la educación de futuros publicistas el cambiar la perspectiva para así evitar que se sigan reproduciendo estas situaciones de violencia. E incluso, cuando parece ser que se nada contra la corriente,  es entonces cuando gestos tan simples como el recibir un buen trabajo de un alumno o alumna, hace que se reafirme este sentimiento, esta inquietud, esta responsabilidad para con las futuras generaciones de publicistas y su quehacer social.

Marco Antonio Lizama Carvajal

Docente carrera Publicidad

Universidad Central

Magister en innovaciones educativas

 

 

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