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La Tribuna
Columnista

100 años, un siglo

Leslia Jorquera

Mario Ríos Santander.

por Leslia Jorquera

Es admirable que transcurrido 100 años de ambas instituciones, estén presididas por dos hermanos Guzmán Acuña, Patricio y Jorge, dando cuenta que las cosas que nacen fortalecidas, con proyección y eficiente administración, pueden superar este prurito de corto plazo que antes comentábamos.

Los estudios referidos a la empresa comercial, su permanencia y proyección, indican que en Chile, tienen una duración que no supera los veinte años. Tal periodo, breve en la historia de una sociedad, es el resultado de muchos factores. Uno de  los más importante, es la incapacidad natural que tenemos por la continuidad de las cosas, de las ideas o de los planes propuestos. Es así que fallecido uno de los socios, sus herederos generalmente, disponen el término de la referida sociedad o la venta de acciones, dando cuenta, algo normal, de la reserva con que fue administrada. En otros casos, producto de una estructura social tan centralista, surgirá a la muerte del socio, la idea de vender, “tu parte para terminar de pagar el departamento que estamos comprando en Santiago”.

Por ello, nos sorprenden los 100 años de Ferias Bío Bío. Por lo demás, en 1915, año que se constituye la sociedad en cuestión, (“Leonor es la que administra mis platas de la feria. Con eso pagamos los gastos de casa”. Comentaba en un pequeño círculo de amigos don Patricio Aylwin, uno de los actuales socios), es un año pródigo de realizaciones. De partida, en esos mismos tiempos nace la Asociación de Canalistas del Laja, con todos sus éxitos agrícolas y hoy también energéticos. Es admirable que transcurrido 100 años de ambas instituciones, estén presididas por dos hermanos Guzmán Acuña, Patricio y Jorge, dando cuenta que las cosas que nacen fortalecidas, con proyección y eficiente administración, pueden superar este prurito de corto plazo que antes comentábamos.

La Feria Bío Bío, tiene muchas historias. Recuerdo una. En mi niñez, supe de un toro que se apartó del piño que marchaba, a paso cansino por calle Lord Cochrane. Llegó hasta Colón, en una loca carrera seguido por un huaso a caballo, lazo en mano, que no lograba detenerlo. Por años, señoras espantadas al ver esa masa de 800 kilos de carne y cuernos enormes pasar a centímetros de sus cuerpos, recordaron su terror. Al día siguiente fue noticia de portada en Las Noticias. Sin embargo, dicha Feria, surgida de la necesidad comercial de una ganadería, que alcanzaría enormes volúmenes en los años que siguieron a su fundación, se transformó en un factor de desarrollo, recogiendo el crecimiento ganadero de centenares de lecherías nacidas en la provincia. Esta combinación de carne y leche, será por varias décadas, el asunto principal del negocio agrícola que se fortalecería con la llegada de Iansa y en ello la Feria Bío Bío tiene una participación esencial.

Hoy, continúa igual. Reconozco que uno de mis paseos con visitas santiaguinas, ignorantes del mundo rural, es la Feria Bío Bío el día sábado. Los martilleros, entendidos en su lenguaje sólo por huasos ladinos, de miradas de reojo, movimientos de manos en la entrepierna, levantan la voz como si el mundo se termina mañana. Es admirable su forma y permanencia en el tiempo. ¿Cuántas ferias más cumplen un siglo?. Imagino que pocas. Ahora, cuidarlas, confiar, admirarla y felicitarla. En verdad, la Feria Bío Bío es un patrimonio de Los Ángeles.

Mario Ríos Santander.    

 

 

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