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Columnista

El derecho a la ciudad

Leslia Jorquera

Osvaldo Cáceres González.

por Leslia Jorquera

El lunes pasado fuimos a Concepción al médico, ya que aquí en Los Ángeles no hay especialista que tenga hora disponible. Nos encontramos con una ciudad muy distinta, muy ordenada, sin tacos en la movilización, sin basuras en las calles, en reconstrucción y construcción, con numerosos edificios nuevos, sin los problemas que aquí vivimos a diario por fallas en la autoridad edilicia. Tal vez en la periferia no esté tan bien, pero algo se ve al llegar en bus que nos reconforta.

Fuimos al montaje de la exposición en la Galería de Arte El Caballo Verde de Carmen Azócar, del escultor Vicente Gajardo que hacía tiempo no saludábamos. Gajardo, oriundo de Tomé del Barrio Bellavista, se formó en la Escuela de Artes de la Universidad de Concepción, pero luego emigró a Santiago con los éxitos obtenidos con sus obras, estableciéndose en Doñihue definitivamente al lado de Las Canteras donde extrae sus piedras. Doñihue por otra parte, tierra de donde vienen las hermosas mantas floreadas de los huasos de sus campos, a 150 kilómetros de Santiago y muy cerca de Rancagua. Vicente se nos había distanciado desde hace un tiempo en que a fines de la Dictadura sacamos el Segundo Premio del Concurso para Monumento del Pueblo Mapuche en Santiago, que ganó Irarrázabal, pero no se construyó. Después, se fue a Portugal por sus obras, donde residió varios años. Decían que no venía a Bellavista ni a Concepción, donde los picapedreros de la Plaza Acevedo que tanto lo ayudaron en sus comienzos. Que estaba muy subido. Pero eso está superado según me dio a entender su mujer en la exposición, quien me señaló a un sobrino de Bellavista que estaba ayudándolo en el montaje. El nivel que ha alcanzado es notable y ha hecho importante obras en el extranjero, en el norte de Chile y ahora en el sur en Pargua.

Nosotros aquí seguimos igual que siempre, todo estancado por mala gestión municipal, como ya lo hemos escrito, pero ahora queremos explicar algunos hechos empezando por casa, por el edificio en que trabajamos y vivimos el Pedro de Córdoba y Figueroa, aquí en Colo-Colo donde el anterior administrador entre los desmanes que hizo fue autorizar a uno de los locales del segundo nivel al oriente, para ocupar el espacio de circulación de uso común evidentemente, el cual cerró con cualquier material y parece una callampa y usa como ampliación de su pub o restaurant. Le expliqué esto al director de Obras, diciéndole que sería bueno que de su oficina recorrieran la ciudad y vieran lo que hacen los vecinos.

También la DOM no le ha exigido al propietario que construyó al norte del Estero Quilque, un edificio de acuerdo al Seccional realizado por Ronald Ramm, pero sin hacer los puentes que permitirían la comunicación de esas dos partes de la manzana que a todos beneficiaria, ya que se podría continuar con la del Teatro y futuro Centro Cultural en que se transformaría el antiguo liceo, si es que algún día llega a hacerse. El temor de algunos vecinos de cuidado por las noches se resuelve con unas cuantas rejas. Estuvo de acuerdo en esto, pero dijo que es materia principalmente de los locatarios del edificio y comisión de los propietarios que ahora está comenzando a funcionar.

Otro grave problema son los bloques de la Plaza Pinto construidos en el gobierno del Presidente Frei Montalva en la década del 60 y que tiene problemas en sus instalaciones de alcantarillado que normalmente se rompen con los terremotos, con los asentamientos de tierras y las aguas servidas no se evacuan a las cámaras y colectores, generándose problemas en los departamentos como ya los han tenido los pisos inferiores. Habría que hacer nuevas instalaciones paralelas a las existentes para resolver los problemas. En esto pueden ayudar los servicios públicos en especial el Ministerio de la Vivienda o el Serviu que tiene líneas de financiamiento con este objeto. El otro problema que hay ahí es que los propietarios de los departamentos no viven en ellos, sino que los tienen arrendados y a los arrendatarios no les corresponde hacer inversiones, pues no son dueños. Si no se procede luego a hacer los trabajos, los edificios van a colapsar, pues no se podrán utilizar.

Otros conjuntos habitacionales más antiguos aún pueden tener los mismos problemas y si no los tienen hay que afrontarlos antes que se produzcan. Los del Seguro Social en calle San Martín pasado Lynch, construidos después del terremoto del 39; de la Corporación de Reconstrucción y Auxilio de la década del 40 en calle Eleuterio Ramírez; los de Janequeo con Colón del gobierno del Presidente Alessandri Rodríguez de la década del 50, de la Pedro Lagos a un costado del Estero Quilque de la década del 70.

El Derecho a la Ciudad es lo que todo ciudadano se merece, vivir en una ciudad amable sin graves problemas como los de Los Ángeles, que hemos venido representando hace tiempo, carente de áreas verdes o las que habían, destruidas como la avenida Ricardo Vicuña o en la avenida Ercilla, carente de edificios patrimoniales, con tacos a toda hora.

Osvaldo Cáceres González.

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