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Columnista

Lo que se daba por descontado

Leslia Jorquera

Max Silva Abbott

Doctor en Derecho

Profesor de Filosofía del Derecho

Universidad San Sebastián

por Leslia Jorquera

De este modo, políticas como la mencionada pueden tener nefastas consecuencias para la preservación de la población, indispensable para cualquier sociedad.

Después de más de 35 años de represión brutal, el gobierno chino ha puesto fin a la política del hijo único impuesta en 1979. Contemplada inicialmente como medida para frenar su crecimiento demográfico, haciendo eco de las catastrofistas y falaces teorías neomaltusianas de la época –que no obstante, aún siguen embaucando a algunos–, a la vuelta de 35 años ha sido responsable de un notable envejecimiento de la población, al punto que hoy los jóvenes comienzan a hacerse escasos para mantener a los viejos. Esta es la razón por la cual ahora se permitirá tener dos hijos.

Se estima que gracias a esta medida totalitaria han dejado de existir unos 400 millones de niños, fruto de esterilizaciones impuestas, abortos forzados e infanticidios, situación que ha afectado mayormente a mujeres, lo cual ha ocasionado además, un desequilibrio entre sexos, situación que plantea varias incógnitas para las próximas décadas.

Esta lamentable y cruel experiencia muestra hasta qué punto el ser humano puede alterar un dato que se da por descontado en las sociedades: que se contará con generaciones de reemplazo para mantener primero y sustituir después a aquellos que han pasado a retiro por su edad. De este modo, políticas como la mencionada pueden tener nefastas consecuencias para la preservación de la población, indispensable para cualquier sociedad, pues aunque sea de Perogrullo, ellas están formadas por personas, las que deben ser engendradas y educadas por las generaciones actuales. Así, viendo que su base poblacional ha comenzado a deteriorarse –lo cual incide, entre otras cosas, en su peso internacional–, el gigante asiático ha cambiado su política de nacimientos, aunque ella siga siendo totalitaria.

Lo anterior, quiere decir que el futuro de los países no está garantizado, pues como se ha dicho, se requieren generaciones de recambio. Es por eso que el siglo XXI será testigo de grandes cambios en los equilibrios geopolíticos en el mundo, ya que el factor humano, cuya existencia se daba por descontada, hoy se encuentra en entredicho al menos en la mitad de los países del Globo.

Ello también está afectando también a Europa, Japón, Rusia y varios otros países hoy poderosos (y a otros pequeños como el nuestro), aunque en este caso no se deba por regla general a una represión brutal impuesta desde arriba, sino sobre todo al cambio de valores y prioridades de sus habitantes, si bien también es cierto reconocer que ello ha sido estimulado por sus gobiernos. Mas por lo mismo, al tratarse de una realidad consentida, resulta más difícil cambiar de rumbo, lo cual puede ser hasta más peligroso para su futuro.

 

Max Silva Abbott

Doctor en Derecho

Profesor de Filosofía del Derecho

Universidad San Sebastián

 

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