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La Tribuna
Columnista

Reforma laboral sin temores

Cristian Delgadillo Rosales

Pablo Neudörfer Retamal,
Académico de Ingeniería Comercial

por Cristian Delgadillo Rosales

Junto con la designación de los nuevos ministros de Hacienda y Trabajo se ha generado una nueva discusión sobre la reforma laboral. Lo que deberíamos esperar casi con seguridad es una moderación en las propuestas. Lo anterior con el objetivo de minimizar los probables efectos negativos de la reforma en la economía.

La reforma laboral y sindical responde a una deuda política que además se sustenta bajo lineamientos de Organización Internacional del Trabajo (OIT). La arista política es quizás la más relevante ya que históricamente los sindicatos en nuestro país han jugado un rol muy importante en la definición del futuro del país en momentos críticos de nuestra historia. Existen muchas aprensiones sobre el rol que deberían jugar los sindicatos en el mundo cívico.

Por otra parte, está la arista económica que, por lo menos desde hace varias décadas en Chile, se ha tratado de manera técnica y en la mayoría de los casos se intenta generar discusión basada en estudios académicos. En este sentido, hasta ahora el criterio ha sido promover las reformas laborales que no afecten la actividad económica del país.

Pero, ¿qué es lo que dicen los estudios académicos sobre la presencia de sindicatos? Lo que se observa es que los trabajadores sindicalizados ganan más que los no sindicalizados, aún incluso corrigiendo por distintos tipos de trabajo y calificaciones. Las empresas que mantienen sindicatos fuertes son más productivas, pero esta eficiencia se basa en el menor número de trabajadores que mantienen dado el mayor costo de la mano de obra. La evidencia señala que la mayor productividad no es suficientemente alta como para compensar el mayor costo de la mano de obra y, por lo tanto, la contratación cae.

También se observa que las empresas pierden margen de utilidad y, por lo tanto, existe una redistribución del ingreso, en que los ganadores netos son los trabajadores sindicalizados y los perdedores son los propietarios del capital. Es esto último lo que provoca la fuerte oposición de las empresas a cualquier tipo de proyecto de ley que le dé más poder a los sindicatos para sentarse a negociar.

Es lógico que cada uno de los agentes económicos pretenda maximizar su beneficio cuando participa en el mercado, por lo tanto, es natural que los dueños del capital quieran tener la mayor participación posible sobre el valor que genera la empresa.

Existe temor sobre los efectos redistributivos de la riqueza por parte de los empresarios, los que plantean al gobierno que eso desincentiva la iniciativa empresarial y, por ende, generaría menor crecimiento y menor ocupación. El mismo planteamiento ocurrió con la reforma tributaria y, por lo menos, en materia de empleo el efecto fue nulo si miramos las cifras gruesas de la nueva encuesta nacional de empleo. No creo que haya que temerle a la reforma laboral, menos con los nuevos ministros. Chile debe ser capaz de avanzar inteligentemente hacia estándares internacionales y perder los miedos.

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