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La Tribuna
Columnista

Caso Cascadas

Cristian Delgadillo Rosales

Ulises Pastén,
Militante socialista

por Cristian Delgadillo Rosales

Este escándalo financiero viene dado básicamentepor la pugna entre los accionistas de las sociedades Norte Grande y Oro Blanco, que son las empresas matrices de Calichera, la sociedad con la que Julio Ponce posee el 30% de Soquimich. Este conflicto, entre el controlador y los inversionistas minoritarios (entre los cuales se cuentan importantes empresas) que poseen más del 11,2% y el 15,7%, respectivamente, ha tenido acusaciones cruzadas que han llegado tanto a la Superintendencia de Valores y Seguros  como al Ministerio Público. Esta disputa comenzó el año 2011, cuando el controlador propuso aumentos de capital cuyos objetivos desconocía el resto de los accionistas. Sin embargo, la atención sobre estas sociedades creció con la operación cuando en abril de 2012, la Superintendencia de Valores y Seguros suspendió la cotización de sus acciones por operaciones sospechosas que aún hoy se investigan. Junto con ello, están algunas corredoras de bolsa que han participado de este negocio.

Los accionistas minoritarios de dichas sociedades comenzaron a acusar irregularidades, consistentes en una serie de operaciones entre partes relacionadas que les habría restado valor a las compañías. En las sociedades cascadas lo que ocurre es sencillo: las sociedades anónimas cuyas acciones se transan en el mercado y que tienen accionistas minoritarios consistentemente pierden dinero o ven afectado su patrimonio, o hacen negocios en condiciones desfavorables, mientras que sus contrapartes a la vez, que son sociedades cerradas y ligadas la mayoría de ellas al controlador, resultan sistemáticamente beneficiadas. Las operaciones dañinas para los accionistas minoritarios fueron por US$620 millones en el 2011. Hoy ya son miles de millones de dólares las pérdidas para ellos.

¿Qué ha pasado en Chile? ¿Qué ha hecho posible que ejecutivos millonarios no cesen en la persecución infinita de utilidades mal habidas a costa de personas menos poderosas como son los accionistas minoritarios? Probablemente una cultura y una ética que debemos comenzar poco a poco a desterrar, incluso a riesgo de empobrecernos económicamente. Una cultura empantanada en la opresión de los débiles, en hacer negocios a costa incluso del sufrimiento de millones de personas, y en pensar que el otro, solo es el otro, en la medida en que su reconocimiento me trae beneficios. Una ética privada que piensa que cada trozo de realidad es posible de ser maximizado en su favor a costa del hecho de que quizá no habrá otros trozos de realidad apetecibles para nuestros semejantes.

La dictadura señor Presidente, como ha dicho Gastón Soublette, ha matado el alma de este país, y cada nuevo escándalo financiero, cada nuevo traspié en el que se ven involucrados grupos económicos provenientes de los años 80’ y otros de más reciente data nos ratifica esta impresión.

Más allá de las multas millonarias que existan en este caso, más allá de los eventuales delitos que se cometan, lo que hay acá es un afán desmedido de lucro y una ambición y un egoísmo sin fin, donde el resto no existe. Esa cultura, en la cual el hombre no deja de ser un lobo para el hombre, es la que no nos interesa vivir. Y para ello, una comisión investigadora en la cual se aporten antecedentes para esclarecer en algo esta situación concreta, ya es un ejercicio que puede llegar a ser útil. Creemos que ese solo hecho ya la justifica. 

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