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La Tribuna

Una mirada antropológica de la cultura de la comuna

por Pia Salcedo

La evolución de la música y del arte en general, va de la mano con el desarrollo del hombre, de la humanidad.

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Por Eliseo Rivera Altamirano

Director CCMLA

Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), la antropología es la “ciencia que tiene por objeto el estudio del hombre y es al mismo tiempo el estudio biológico del cuerpo humano y el estudio de la conducta cultural y social del hombre”.

Es en esta última dimensión (conducta cultural y social del hombre) que presentamos algunas reflexiones.

El mismo diccionario nos señala que “la antropología cultural consiste en el estudio de la cultura humana, de sus variedades y adaptaciones en función de sus relaciones sociales y biológicas, desde sus orígenes hasta nuestros días”.

Así, esta disciplina analiza al hombre en el contexto cultural y social del que forma parte, por lo que analiza el origen del ser humano, su desarrollo como especie social y los cambios en sus conductas según pasa el tiempo.

Allí, precisamente, encontramos al hombre viviendo, desarrollándose en su condición humana y social, creando y haciendo cultura. Se entrelazan el lenguaje, la pintura, la danza y el canto en, ya, sus primeras manifestaciones culturales; pero, también su alimentación, en que supera su condición instintiva, y por supuesto su vestimenta y su “habitación”. A lo que  sigue un desarrollo cultural en la historia de la humanidad, como el uso del fuego, el de los metales, el de la rueda, la escritura y ya lanzado en “la aventura humana”, el desarrollo de las civilizaciones, los pueblos y ciudades, sus canales de regadío, el calendario y un larguísimo etc.

Pero, detengámonos en consideraciones más cercanas, más cotidianas. Por ejemplo, en la pintura, el canto, la danza y su consecuente música. En nuestro entorno, cercano o más lejano, se divisan y habitan sus cultores: alguien pinta, alguien canta, alguien danza, alguien interpreta música. ¡Ah! Y sólo para su consignación, por supuesto se relaciona con los demás, hablando, escribiendo, utilizando símbolos verbales y gráficos de amplio espectro.

Ese  alguien es, de Perogrullo, hombre o mujer, niño, joven o adulto, estudiante o docente, o sea, el ser antropológico. Pero, además su cultura, su creación o reproducción, está llena de manifestación de su yo y de sus semejantes y de su entorno. “Gracias a la vida, que me ha dado tanto”, dice Violeta Parra, para sí y para los demás, y lo canta acompañada de ese otro elemento cultural de cuerdas que ya tuvo presencia en los pueblos antiguos. Nuestro gran pianista, Roberto Bravo, cuando vino a Los Ángeles hace algunos años atrás, interpreta esta hermosa canción de Violeta Parra y nos relata que la incluyó en un concierto que dio en el Maule a los familiares con víctimas en el terremoto de 2010; también hace referencia al concierto que ofreció a los 33 mineros atrapados en una mina en el norte y a sus familiares, donde les interpreta parte de la Cantata de Santa María.

Y es que la evolución de la música y del arte en general, va de la mano con el desarrollo del hombre, de la humanidad. Basta mirar la pintura de las cavernas, que nos muestran los programas culturales, para darnos cuenta que ella expresa la convivencia humana y su relación con el entorno; y para ello no sólo “pinta”, sino que también “danza” y “canta”. Y henos aquí con los fundamentos de la pintura y la música en los milenios siguientes, hasta hoy. Nuestra Historia Patria está plagada de ejemplos, desde la Canción Nacional, la Canción de Yungay, el Copihue Rojo, el Caballo Blanco, etc.

Vimos la semana anterior en el programa “Frutos del país”, a dos cultores de la pintura, angelinos -como los hay muchos más, y algunos de larga trayectoria y reconocimiento- uno pintando caballos y el otro pintando un mural. El primero pinta caballos porque esta comarca es rica en manifestaciones equinas, del hombre con sus caballos; el mismo programa nos mostró sólo algunas manifestaciones del hombre con sus caballares, jugando polo, haciendo enduro, manejando las riendas, criándolos, etc. El otro, nos muestra un mural pintado en la pared del principal salón auditórium del Campus Universitario local de la Universidad de Concepción, donde se manifiesta la presencia del hombre y su evolución social, económica y académica de la zona.

Comentemos otro caso cercano, el de la colección de la Platería Mapuche, también mostrado  en el programa “Frutos del país”. El recordado médico angelino don Raúl Morris, se da a la tarea de continuar con la colección de platería que había iniciado su señor padre y, ¡vaya que lo logra!, tanto que su colección fue llevada por el gobierno el año 1992 a España con ocasión de los 500 años del descubrimiento de América. Pero, la platería en sí, constituye una forma de vida del pueblo mapuche que ve en la plata un elemento importante para su vida y lo incorpora a sus usos y costumbres, independiente de su “valor comercial”, sino considerando sólo su valor simbólico. Y con dicho metal, hábilmente trabajado y con mucho arte, las mujeres adornan sus cuerpos. Un estudioso de la Antropología, Ralph Lynton, planteó hace más de un siglo que la cultura incluye, entre otras aspectos, las costumbres y las creencias de los pueblos.

La literatura, la danza, el teatro, por nombrar sólo algunas otras manifestaciones angelinas, constituyen en sí, también expresiones de la cultura antropológica, donde hay cultores locales importantes que han dejado huella, como Pedro Ruiz Aldea en la literatura, sepultado en el cementerio general de nuestra ciudad, y otros que siguen sus pasos en la prosa y la poesía. La danza y el teatro también tienen importantes cultores y quizás tan importante como su expresión, es la escuela que se ha creado, donde los niños y adolescentes tienen cabida importante para seguir con sus manifestaciones hacia el futuro.

Desde esta visión, podemos decir que en la comarca angelina se desarrolla naturalmente la  antropología cultural.

Y es que la antropología estudia las respuestas del ser humano ante el medio, las relaciones interpersonales y el marco sociocultural en que se desenvuelven, cuyo objeto  constituye el estudio del hombre en sus múltiples relaciones. Y, como decíamos en un artículo anterior, el futuro Centro Cultural será un lugar de encuentro donde se manifestarán las distintas instancias del desarrollo cultural de la comuna. Parafraseando a Ortega y Gasset, diremos que “el hombre es él y su cultura”.

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