Opinión

¿Qué es la neuroeducación?

Igor Cigarroa Cuevas
Master of Neuroscience
PhD candidate of Neuroscience UAB, España
Académico Universidad Santo Tomás-Los Ángeles

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Al parecer, todo nos lleva a pensar que en las sociedades “modernas” y occidentalizadas en las que nos tocó vivir, la educación no es tan sólo una de las materias de estudio más importantes, sino la más importante, tanto a nivel académico por los estudiosos en el área como a nivel político por las personas que gobiernan nuestros países. No quiero decir que la educación no haya sido reconocida siempre como una materia de estudio importante, eso parece de Perogrullo. Lo que está ocurriendo es que ahora, en el siglo XXI, con los avances tecnológicos y los conocimientos actuales que han aportado muchas disciplinas de la salud, educación y ciencia, en especial la neurociencia, comenzamos a darnos cuenta de la posición y peso que tiene como piedra fundamental de nuestras sociedades.

Pareciera que es ahora, cuando muchos especialistas, académicos y profesionales están perfilándose en una  dirección convergente y empiezan a tomar conciencia de este nuevo punto de partida que es el aprendizaje y la enseñanza en los colegios y universidades. Hoy sabemos que una buena educación produce cambios profundos en el cerebro, que ayuda a mejorar los procesos de aprendizaje y el propio desarrollo del ser humano. Pero no sólo eso. Hoy también sabemos la importancia que tiene edificar mejores escuelas, más iluminadas, con control de temperatura y ruido, que convivan armónicamente con el lugar que las rodea y, desde luego, la cultura en la que se están inmersas. En resumen, se reconoce la importancia de encontrar y planificar mejores herramientas de enseñanza con las que se estimule y potencie el aprendizaje, se detecten fallos psicológicos y cerebrales en forma precoz, se promocionen la empatía, el altruismo, la colaboración y un largo etcétera.

Estamos frente a un nuevo “tiempo de reflexión” en el que se están poniendo los pilares básicos de un edificio por construir. Se está tratando de concentrar esfuerzos y aproximar respuestas a tantas preguntas, como por ejemplo: ¿qué sabemos del cerebro del niño que puede ser utilizado por el profesor para mejorar sus clases y enseñanzas?, ¿qué sabemos del cerebro cuando aprende? y ¿en qué difiere el proceso de aprendizaje de un niño con el de un adulto?

Preguntas que en la actualidad no tienen una respuesta clara, pero sí se puede esbozar algunas respuestas nuevas. De cualquier forma, es cierto que la neurociencia comienza a aclarar los ingredientes neuronales de lo que conocemos como emoción, curiosidad, atención, conciencia, aprendizaje, memoria y ritmos biológicos desde bebé hasta la edad adulta.

Todo este gran cúmulo de conocimientos no impide que haya problemas con los que lidiar. El primero es la enorme dificultad del lenguaje en la transferencia de los conocimientos de la neurociencia desde los laboratorios científicos a los maestros y profesores en las aulas de clases. El segundo problema es seleccionar con claridad los datos neurocientíficos que se deseen transferir y que sean realmente aplicables y beneficiosos. Y el tercer problema es en relación a las expectativas que se están generando a los avances de la ciencia. Se intenta ser siempre objetivo, realista con las posibilidades de esta nueva aventura intelectual y así evitar distorsiones, errores de interpretación y los ya tristemente famosos “neuromitos”.

En síntesis, ¿qué es la neuroeducación? Es una nueva visión de la enseñanza basada en el estudio del cerebro. Es el marco en el que colocar los conocimientos del cerebro y cómo éste interactúa con el medio que la rodea, específicamente en el área de la enseñanza y el aprendizaje. Toma una base teórica de la psicología, la sociología y la medicina e intenta mejorar y potenciar tanto los procesos de aprendizaje y memoria de los estudiantes como enseñar mejor a los profesores. La neuroeducación es un intento de crear, basado en datos que pueda aportar la investigación científica, una base sólida, que pueda llevarse no sólo a los profesores, sino a la sociedad misma, lo que incluye padres, instituciones de enseñanza, medios de comunicación y dirigentes y políticos que tengan injerencia en la dirección que navegará la barca de la enseñanza.

En parte, el nacimiento de la neuroeducación está en la propia comunidad de docentes. Los profesores, desde hace un tiempo, comparten la esperanza de encontrar nuevos medios educativos basados en hechos científicos y en la neurociencia en particular.

Neuroeducación no es sólo llevar a todas las instituciones que imparten docencia las últimas tendencias, novedades y los logros alcanzados en la neurociencia cognitiva, sino conseguir la “mentalización” de los profesores en cuanto a conocer cómo funciona el cerebro, extrayendo de ello conocimiento que ayude a enseñar y aprender mejor. Sólo la idea puesta en la cabeza del profesor, de que lo que enseñan tiene la capacidad de cambiar los cerebros de los niños en su química, anatomía y fisiología, haciendo crecer sinapsis o eliminado otras y conformando redes neuronales cuya función final se expresa en la conducta cambia ya la propia percepción que el profesor tiene de la misma enseñanza. Con estas nuevas ideas el docente experimenta un cambio, en su propio cerebro, que le lleva a tomar conciencia de que lo que enseña es algo más profundo que los propios conocimientos que trasmite en clase.

Así pues, conocer que las modificaciones sinápticas del cerebro son resultado de la enseñanza que reciben sus alumnos puede transformar la actitud de muchos profesores y producir en ellos cambios emocionales y cognitivos, en la forma en que pueden ver la enseñanza. Todo esto implica un cambio importante en la visión que tenemos de la educación y de quienes la realizan. Por tal razón, este cambio necesita la formación de nuevos profesores, a quienes llamaremos “neuroprofesores” que realizarán nuevos programas educativos, los que llamaremos  “neuroprogramas educativos”.

Como pueden leer, la neuroeducación es, pues, un campo nuevo, abierto de esperanza en el área del aprendizaje y cómo enseñar de modo cada vez más fructífero a todo el abanico de edades de nuestro ciclo de vida.  (Bibliografía: Mora T, Francisco. Neuroeducación; sólo se puede aprender aquello que se ama, editorial alianza, 2013, Madrid, España)

Igor Cigarroa Cuevas

Master of Neuroscience

PhD candidate of Neuroscience UAB, España

Académico Universidad Santo Tomás-Los Ángeles

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