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La Tribuna
Columnista

Decálogo del misionero de hoy

Gabriel Hernandez Velozo

Hermana Elsa Maldonado
Departamento Comunicaciones
Obispado Santa María de Los Ángeles

por Gabriel Hernandez Velozo

Verano, tiempo de Misión y Evangelización, llevando la Buena Nueva a los diferentes sectores urbanos, rurales y cordilleranos. El misionero, mensajero de la Paz, es enviado por Dios para llevar el Evangelio a todos los hombres. Con su vida es testigo del amor de Dios. Debe tener las siguientes cualidades para que su mensaje tenga credibilidad entre la gente: 1.- El misionero es un hombre con capacidad de diálogo y escucha, que sabe adaptarse a otras culturas descubriendo sus valores sin sentirse superior a nadie. Tiene convicciones profundas, pero no por eso se cree el único poseedor de la verdad; esto hace que se sienta continuamente alumno de esta escuela maravillosa que es la vida. 2.-El misionero cree en una cultura que considera a la “persona” el centro de todo y de los pobres aprende a valorar la hospitalidad y la acogida. Por eso goza con la gente, se siente a gusto con ella y la acoge incondicionalmente. 3.-El misionero no vive al margen de los problemas de la gente ni cae en actitudes paternalistas. Lleva en su formación una gran sensibilidad humana y social con un fuerte sentido de la justicia y de la verdad. El misionero tiene un corazón sensible a las muchas y graves necesidades que aquejan a muchos hombres de nuestro mundo. Él sabe que los pobres son los preferidos de Jesús, y a ellos se entregan sin poner condiciones. 4.-Consciente de la situación en que vive, el misionero sabe “aguantar” los momentos difíciles sin desplomarse, sin desistir. Se hace presente cuando se le necesita porque sabe que su misión no tiene horarios. Anima a las comunidades cristianas con dinamismo y creatividad. 5.-La paciencia es una de las virtudes más misioneras. Caminar con un pueblo y ponerse al ritmo de su historia, implica saber esperar con paciencia lo que va a suceder. El misionero no busca resultados inmediatos porque sabe que la misión se mide con otros parámetros que los de los resultados aparatosos. 6.-La fe en Dios y un amor profundo y personal a Cristo, es lo fundamental para su vida. Si no hay fe no hay misión. Necesita una fe real que le lleve a creer en Dios de la vida, en la gente y en los acontecimientos. Su fe tiene que convertirse en pasión por anunciar el Evangelio. 7.- A Dios y a Cristo se los encuentra entre los pobres, en los que sufren y mueren ante la indiferencia o el desprecio ya que ellos son los preferidos de Dios. Con ellos recorre el misionero los caminos del Evangelio. No hay mayor signo de credibilidad que el amor incondicional, gratuito, sin “facturas”. 8.- Sin la oración no puede haber vida de fe y sin la fe, la vida misionera se derrumba. En la oración y en la escucha de la palabra de Dios, el misionero aprende a construir el Reino. En la contemplación del Crucificado el misionero descubre el camino del amor sin condiciones. 9.-Misión, cruz y misionero forman un trío inseparable, como en la vida de Jesús. No hay otro camino posible por recorrer. Decía Daniel Comboni que “la misión nace y crece al pie de la cruza2.La constancia y la paciencia son frutos de una cruz aceptada con gozo. 10.-La credibilidad del misionero se apoya en el testimonio de su vida, hasta las últimas consecuencias. Necesita mucha paciencia consigo mismo para empezar de nuevo cada día sin desanimarse frente a los fracasos. La transparencia y sinceridad de vida son un elemento importante para la eficacia de su apostolado. Fuente: Misión sin fronteras.

Hermana Elsa Maldonado

Departamento Comunicaciones

Obispado Santa María de Los Ángeles

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