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La Tribuna
Columnista

Marchas en Europa

Mauricio Lobo Bastidas

Mario Ríos Santander
Ex senador de la República

por Mauricio Lobo Bastidas

Gobernantes diversos, miles de franceses, periodistas de todo el mundo cubriendo la noticia. Francia y sus aliados marchaban por las calles de París para demostrar unidad y protesta. Unidad para enfrentar al Islam y protesta por el terrorismo que asesinó a un grupo de caricaturistas y otros, todos de una revista satírica gala que tuvo la osadía de reírse de Mahoma.

¿ES NUEVO TODO ESTO?

La lucha de Europa con el oriente es milenaria. De partida, el Imperio Romano se vio sumido en una “crisis interna” al comprobar que una expresión religiosa surgida en el Medio Oriente había minado las bases del Imperio. Aquellos, seguidores de su líder, Jesús, nacido y predicador en tierras judías, había levantado la voz para ensalzar la vida humana en torno a la paz. Sus palabras, fortalecidas por su Padre, Dios, se extendieron por occidente sin que nadie en Europa fuese capaz de detenerla. Siglos después, los mismos europeos, ahora todos denominados cristianos, volvían sus ojos a la defensa de aquellos lugares en que no sólo había nacido Jesús, sino que también en ellos, predicado. Seiscientos años después, una nueva fuerza religiosa, surgida en torno a otro líder espiritual, Mahoma, igual de esos mismos lugares geográficos, había instalado sus comunidades religiosas en Tierra Santa. Nacen, hace mil años las Cruzadas. Surge la poesía épica, Mio Cid, la más destacada, hay otras. Comienza una lucha de oriente con occidente que no terminaría nunca más. La última fue la semana pasada, con una marcha por las calles de París.

En la primera mitad del siglo pasado, otras marchas, esta vez en Alemania, pedían la expulsión de los judíos. Se crea el Estado de Israel, lejos de los nazis pero cerca del Islam. Para ellos la lucha continua, ahora, con visos de eternidad.

Para algunos estudiosos de las religiones, occidente es para los musulmanes no sólo una forma de vida que le es ajena en valores, sino que también constituye un referente que destruirá al Islam. Por ello, algunos textos hablan de que en 2050 el 75% de la humanidad será cristiana. Es así que miles de jóvenes árabes estudian en las universidades occidentales y han llevado a sus tierras sus deportes, arquitectura y en algunos casos, ciertas formas de organización del Estado, de partida, la democracia, todas occidentales. Ello afecta al Islam por cuanto, al revés del cristianismo, que no requiere un estado cristiano para desenvolverse, (aun más, separa las cosas de Dios con las del César), el Islam sí requiere Estados Islámicos, definidos, seguidores absolutos del Corán, libro principal que no sólo rige la vida espiritual del individuo sino que también la de los Estados y organizaciones políticas. Por ello, hay que entender el conflicto actual, dramático y doloroso, como una manifestación violenta, (muy propia de los textos islámicos), que se sustenta en el drama de tener al frente, un mundo, occidente, que comienza a cautivar a sus jóvenes, a sus mujeres y a los propios emires gobernantes. Su actual riqueza, el petróleo, es cada día más precario. Ahora el mundo habla de ciencia, de nuevas conquistas, de igualdades sociales, todo esto muy lejos de las naciones árabes. Mahoma, con un rostro indonésico, de paz y desarrollo, no existe en Arabia. Ahí está el Mahoma violento, duro, llamando al aniquilamiento de judíos y cristianos. El de los califatos repletos de sangre y odio. Con ese Islam, vivirá occidente en esta década.

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