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Pasión, lápiz y tinta: la historia del periodista angelino Juan Emilio Herrera

Desde que comenzó a redactar sus primeras notas en Diario La Tribuna a los 13 años, ha construido una carrera de más de medio siglo, y recientemente fue reelecto con la segunda mayoría como miembro del directorio del Círculo de Periodistas de Santiago.

Pasión, lápiz y tinta: la historia del periodista angelino Juan Emilio Herrera, Diario La Tribuna
Pasión, lápiz y tinta: la historia del periodista angelino Juan Emilio Herrera / FUENTE: Diario La Tribuna

A veces, los grandes viajes comienzan con algo tan simple como un impulso, un gusto o una pasión.

En el caso de Juan Emilio Herrera González, su historia con el periodismo empezó siendo apenas un muchacho de 15 años, que iba y venía por los pasillos del Diario La Tribuna, llevando textos recién escritos desde la sala de redacción hasta la sala de linotipia.

"Era el niño de los mandados", recuerda entre risas. Salía del Liceo de Hombres a las 17:00 horas y se pasaba al diario a escribir, donde se quedaba hasta que se terminaba de imprimir las ediciones para poder ver su trabajo materializado, para luego devolverse caminando de madrugada a su casa por las solitarias calles de Los Ángeles, con la satisfacción de que por un día más, cumplió con su pasión.

UNA PASIÓN DESDE LA NIÑEZ

Desde muy niño, Juan Emilio Herrera ya sentía una inquietud natural por escribir. Apenas aprendió a leer y a formar sus primeras frases, empezó a crear pequeños periódicos en hojas de papel de envolver del almacén.

Con lápiz en mano, redactaba noticias inventadas, pequeñas crónicas familiares y dibujos, todo hecho a pulso y con la inocencia de quien está descubriendo su vocación sin saberlo.

"Eran diarios chiquititos, de unos diez centímetros por diez, que enviaba de regalo a mi abuelito", recuerda. Aquellas hojas, modestas pero llenas de entusiasmo, fueron las primeras pruebas de un talento que no tardaría en florecer.

El verdadero salto llegó a los trece años, cuando su madre, notando su pasión, le regaló un mimeógrafo para Navidad. "Ese fue el comienzo de todo", dice con emoción. Gracias a ese obsequio, Juan Emilio pudo materializar su primer gran proyecto: El Bocinazo, un periódico hecho completamente por él, desde la redacción hasta la distribución.

La primera edición vio la luz el 1 de agosto de 1966, escrita en máquina de escribir y reproducida en cien copias que él mismo imprimía con el mimeógrafo. "Tenía suscriptores, avisadores, entregaba ejemplares a mis profesores, a La Tribuna, a los medios locales y a mis cercanos. Todo eso con trece años", recuerda entre risas.

AÑOS LEJOS DE CASA

Su historia profesional tiene algo de película. En los años setenta, Juan Emilio partió a Estados Unidos, donde se abrió camino en el mundo académico y periodístico.

Hizo clases de español a adultos, trabajó con comunidades hispanas en distintos estados y se desempeñó como periodista del diario de su universidad, uno de los más importantes de Texas.

ENTRE DOS MUNDOS DISTINTOS

A pesar del éxito, la nostalgia por Chile lo perseguía. En 1982 regresó de visita, y casi sin planearlo, se convirtió en jefe de prensa de la radio Estrella del Mar en Ancud, justo cuando la emisora salía al aire por primera vez.

"Era el departamento de prensa completo", ríe. Pero el frío, la adaptación y la soledad lo hicieron volver a Norteamérica. "Duré tres meses, me congelé. En junio ya estaba de regreso en Estados Unidos".

Volvió a Chile definitivamente en 1989, aunque no fue fácil reencontrarse con su país. "Me sentía descolocado, sin contactos, sin trabajo", cuenta. Sin embargo, su talento y su perseverancia le abrieron nuevas puertas: traducciones, docencia y, finalmente, el reencuentro con La Tribuna.

Pero no todo fue fácil. El clima, la adaptación y la distancia con su vida anterior lo hicieron volver a Estados Unidos unos meses más tarde. "No me adapté al frío", confiesa con una sonrisa, aunque en el fondo habla de algo más profundo: el desarraigo de quien, tras cruzar fronteras, nunca termina de sentirse totalmente en un solo lugar.

Durante los años noventa, su vida fue un constante ir y venir entre Chile y Norteamérica. En una de esas vueltas, recibió la invitación de un profesor y amigo en Indiana para colaborar como corrector literario, docente y asesor pastoral. Aquella carta, que le permitió renovar su visa, se transformó en otro símbolo de su versatilidad profesional y humana.

Sin embargo, el destino -o tal vez la nostalgia- lo llevó de nuevo a su país. En 1995, el mismo diario donde empezó como "mandadero" lo llamó para hacer reemplazos de verano. "Fue maravilloso", dice. "Después de empezar desde abajo, llegar a ser el director fue cumplir un sueño".

SU NUEVO PERIODO COMO DIRECTOR

Ya establecido en Chile, su vínculo con la prensa continuó. Ingresó al Círculo de Periodistas de Santiago por invitación del destacado periodista Abraham Santibáñez, quién era parte del Colegio de Periodistas. Hoy, con más de medio siglo ligado al oficio, fue recientemente reelegido como uno de los ocho directores del Círculo, donde busca "darle nueva vida a una institución que está en crisis por falta de participación".

A la par, no ha dejado de escribir. Tiene varios libros publicados, entre ellos, "Desde mi tribuna" (2023), una recopilación de crónicas publicadas en su "querida" La Tribuna. También ha publicado varios volúmenes de aforismos, esas breves reflexiones que condensan toda una filosofía y actualmente prepara el lanzamiento de su quinto libro.

EL PERIODISMO, UNA PASIÓN

"Amo la palabra periodismo. Es la mejor palabra del diccionario", dice sin titubear. Y en su voz se nota la mezcla de gratitud y nostalgia de quien ha visto pasar los años desde distintas redacciones, aulas y ciudades, pero sin perder la curiosidad ni el compromiso que lo llevaron a empezar.

Juan Emilio Herrera no solo ha sido periodista, docente, escritor y director. Ha sido, sobre todo, un enamorado de la comunicación, alguien que cree que contar historias sigue siendo una forma de dejar huellas.

Desde aquel liceano que corría por los pasillos de Diario La Tribuna hasta ser quien consejero del Círculo de Periodistas de Santiago, su historia es un recordatorio de que, en este rubro, los sueños se escriben, se trabajan y se logran con pasión.




matomo