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Javiera Ellahueñe: la joven angelina que representa a Chile en el Foro Mundial de la Alimentación en Roma

La médica veterinaria fue la única chilena seleccionada entre más de 1.400 postulantes de América Latina para participar en el Foro Mundial de la Alimentación 2025, donde presentará un innovador proyecto que busca empoderar a jóvenes rurales e indígenas.

Javiera Ellahueñe Contreras , cedida
Javiera Ellahueñe Contreras / FUENTE: cedida

A los 10 años, Javiera Rosa Ellahueñe Contreras llegó junto a su familia a Los Ángeles. Desde entonces, este territorio se convirtió en su hogar, en el espacio donde sembró sus sueños y también el compromiso por retribuir a una comunidad que —como ella dice— la acogió con los brazos abiertos. Hoy su camino cruza fronteras: fue seleccionada como la única representante chilena en el Foro Mundial de Alimentación 2025, organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma, un espacio internacional que reúne durante toda esta semana a jóvenes líderes rurales de toda América Latina para pensar el futuro de los sistemas agroalimentarios.

Su participación destaca no solo por su formación como médica veterinaria, sino también por su profundo vínculo con el mundo rural, la medicina preventiva y los saberes ancestrales.

En entrevista con La Tribuna, Javiera cuenta que la noticia de su participación internacional llegó a su correo electrónico como una oportunidad inesperada. Había inscrito sus datos en una plataforma vinculada al trabajo con comunidades rurales, sin imaginar que sería convocada a un proceso altamente competitivo: más de 1.400 jóvenes postularon, y solo 106 fueron seleccionados en toda la región. Javiera fue la única chilena entre ellos.

"Fue una mezcla de alegría, gratitud y responsabilidad", recuerda. "Alegría por la posibilidad de compartir con jóvenes que quieren transformar sus realidades, gratitud por el reconocimiento al trabajo territorial, y responsabilidad porque entendí que no solo represento a mi país, sino a muchas voces invisibilizadas: mujeres, juventudes rurales y pueblos originarios".

UN CAMINO SEMBRADO EN LA INFANCIA

El interés de Javiera por la medicina veterinaria no surgió de un laboratorio ni de una sala de clases, sino en su propia casa. Con padres que trabajaban durante la mayor parte del día, sus mascotas se convirtieron en su compañía más constante. "No me gustaba verlas sufrir cuando enfermaban, y muchas veces no podían recibir atención veterinaria. Ese sentimiento fue el motor que me llevó a estudiar medicina veterinaria: quería contribuir a que los animales, que para muchas personas son la única compañía, no sufrieran", cuenta.

Ingresó a la Universidad de Concepción, en Chillán, donde se formó como médica veterinaria. Pero durante la carrera descubrió algo importante: le afectaba profundamente ver animales enfermos, lo que la llevó a buscar un enfoque diferente dentro de la profesión. "Fue ahí cuando conocí la medicina preventiva, que permite evitar el sufrimiento antes de que ocurra. Eso me conectó con el enfoque de 'Una Salud', que vincula la salud animal, humana y ambiental".

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En paralelo, comenzó a involucrarse en otros espacios de formación. Cursó algunos semestres de teatro, participó en diplomados de gestión cultural y fue voluntaria en una residencia de Mejor Niñez en la comuna de El Carmen. Su pasantía de titulación la realizó en apicultura comunitaria, donde fortaleció aún más su vínculo con la agroecología y la educación ambiental.

RAÍCES ANGELINAS, VOCACIÓN TERRITORIAL

Aunque nació en Santiago, Javiera se considera angelina de corazón. Para ella, Los Ángeles no es solo el lugar donde vive, sino la base desde donde proyecta sus sueños. "Siempre he querido retribuir al territorio que me acogió. Creo que aportar a la sociedad en la que nos desarrollamos es una responsabilidad humana", afirma.

En esa línea, ha participado activamente en iniciativas sociales y ambientales en la región, y sueña con una vida en el campo, junto a sus animales, produciendo de forma circular, autosustentable y sostenible.

"Cada vez que veo una situación injusta o un problema ambiental, me pregunto qué puedo hacer. Creo firmemente que el cuidado del medioambiente nos beneficia a todos".

DEL BIOBÍO AL MUNDO: INNOVACIÓN CON RAÍCES COMUNITARIAS

Durante las sesiones virtuales del foro organizado por la FAO, Javiera y su equipo trabajaron con la metodología Design Thinking, guiados por facilitadores de la D-School. A lo largo de seis sesiones, distribuidas en tres módulos, exploraron soluciones a desafíos agroalimentarios como el desperdicio de alimentos, el acceso a dietas diversas y la inclusión de la agricultura familiar en los mercados.

El proyecto que desarrollaron en equipo fue bautizado como "Emprende Ideas", una iniciativa que busca enfrentar la migración de jóvenes rurales a las ciudades por falta de oportunidades. La propuesta plantea crear un espacio de formación, mentoría y acompañamiento para que jóvenes rurales e indígenas puedan diseñar sus propios emprendimientos agroalimentarios, accediendo a redes, tecnologías y financiamiento.

Javiera fue la encargada de presentar el pitch del proyecto ante sus compañeros y mentores. "Haber estudiado teatro me ayudó mucho. Pude utilizar herramientas expresivas para comunicar con claridad y cercanía", comenta.

Más allá del contenido, lo que más la marcó fue la experiencia colaborativa: "Fue muy emocionante ver cómo nuestra idea conectaba con realidades rurales de otros países. Me di cuenta de que compartimos desafíos comunes, y que la colaboración es la clave para superarlos".

El Foro Mundial comenzó el pasado 10 de octubre y se extiende hasta el 17 de octubre, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma, Italia. / cedida
El Foro Mundial comenzó el pasado 10 de octubre y se extiende hasta el 17 de octubre, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma, Italia. cedida

Un viaje colectivo

Javiera se encuentra en Roma hasta el próximo sábado, con objetivos claros: seguir aprendiendo, fortaleciendo redes internacionales y visibilizando las realidades de los territorios desde donde trabaja. "Me emociona llevar conmigo las voces de tantas personas que creen en un cambio posible desde lo local. Este viaje no es solo mío: es un paso colectivo desde el sur de Chile hacia el mundo".

Al mismo tiempo, ya proyecta sus próximos pasos. Le gustaría consolidar la ONG Choñoiwe Kude, enfocada en el liderazgo de mujeres mapuche del Alto Biobío, y continuar su labor en ONG Quilque Ancestral, donde trabaja en temas de recuperación cultural, educación ambiental y cuidado del agua. "La innovación también nace en lo rural, en lo comunitario y en lo ancestral. Las mujeres tenemos un rol fundamental en esa transformación. Si mi historia puede motivar a otras a seguir sus sueños, sentiré que todo ha valido la pena", concluyó.




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