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Hilda Lühr Fernández: un siglo dedicado a educar y servir a la comunidad angelina

La destacada educadora, fundadora de colegios y activa rotaria, celebró sus 100 años de vida rodeada de su familia y con el reconocimiento de la comunidad por su incansable labor social y filantrópica.

La historia de la señora Hilda es un testimonio vivo de que con trabajo, compromiso y generosidad se pueden transformar vidas y dejar una huella imborrable en la comunidad y sus cercanos., cedida
La historia de la señora Hilda es un testimonio vivo de que con trabajo, compromiso y generosidad se pueden transformar vidas y dejar una huella imborrable en la comunidad y sus cercanos. / FUENTE: cedida

Un siglo de vida no se cumple todos los días, y menos cuando se trata de una trayectoria marcada por la vocación de educar y la generosidad sin límites. El pasado 19 de septiembre, Hilda Celmira Lühr Fernández celebró su cumpleaños número 100 en compañía de su familia, amigos e invitados especiales, quienes rindieron homenaje a una de las mujeres pioneras en educación subvencionada en la provincia de Biobío.

Su historia fue compartida con La Tribuna por su yerno Gerardo Escobar Lamig, quien relató parte de la trayectoria de vida de esta centenaria profesora, rotaria y madre de familia.

Nacida en Traiguén en 1924, sus padres fueron Luis Lühr y Celmira Fernández, ambos agricultores, siendo ella la mayor de nueve hermanos. Su vocación de educadora se fortalece en la Escuela Normal José Abelardo Núñez en Santiago. Una vez titulada se casó con Humberto Muñoz Ortiz, con quien formó una familia de cinco hijas y, al mismo tiempo, inició una prolífica carrera que dejaría huella en miles de estudiantes y familias.

VOCACIÓN DOCENTE

Los primeros años de profesora los ejerció en la congregación franciscana en Santiago y llega a Los Ángeles a crear el Colegio San Francisco en la década de los 50, donde ejerció una gran labor que dejó su sello valórico y un gran legado en la formación de jóvenes, muchos de ellos profesionales en la actualidad.

Con visión pionera, en los años 60 fundó el Colegio San Manuel en el sector Cuel, considerado uno de los primeros establecimientos subvencionados en la provincia, también con internado.

Muy emprendedora e inquieta, perseverante, trabajadora y siempre ligada a la educación, brindó a dos de sus hijas el primer impulso para formar el Liceo Santa Rita de esta ciudad. Como proyecto personal formó el Colegio Ruiseñor y colaboró en la formación del Colegio Santa Hilda como socia.

COMPROMETIDA CON LA COMUNIDAD

Pero su influencia trascendió las aulas. Comprometida con la comunidad, participó activamente en los años 70 en la creación de los Centros de Madres de la Fundación CEMA Chile. Además, ingresó al Rotarismo por medio de su marido, Humberto Muñoz Ortiz, quien fuera rotario de Rotary Club Los Ángeles hasta su deceso en 2008. Así, rápidamente se compromete a fondo con el Comité de Damas, muy activo en aquella época, y encauza su generosidad a través de diversas iniciativas.

Su ayuda generosa se extiende a fundaciones como Unpade, a la que dota de un galpón metálico para techar un patio, donde actualmente se realizan todos los actos académicos. También apoyó permanentemente a los presidentes del Club Rotario Los Ángeles.

Dentro de las labores más destacadas vinculadas a Rotary, durante la presidencia de Raúl Morales Adriazola se creó el proyecto rotario Fundación del Lactante (Funlac) iniciativa destinada a proveer cunas y enseres para acoger, atender, alimentar y administrar el cuidado de 14 niños lactantes en situación de vulnerabilidad familiar. Al poco andar, el Rotary Club entregó esta obra al Comité de Damas, y fue la señora Hilda quien la asumió como propia, administrando y financiando íntegramente la gestión de este centro, que se convirtió en un hogar de lactantes dependiente del sistema judicial.

Celebración familiar / cedida
Celebración familiar cedida

Hoy, a sus 100 años, Hilda sigue siendo ejemplo de perseverancia, fe y servicio comunitario para todos sus cercanos y la comunidad.

"La señora Hilda durante su prolongada vida ha ayudado de manera silenciosa e incansablemente a muchas personas, brindando educación superior a muchos jóvenes con talento, pero con falta de recursos económicos, jóvenes conocidos de ella que llegaron a golpear su puerta y recibieron su ayuda generosa y desinteresada", relató Escobar.

Agregó que "para la familia representa un baluarte y un ejemplo vivo de que con trabajo perseverante se pueden lograr metas increíbles, y nos ha instado a todos a ser buenas personas y honestas".

Retirada de la vida laboral hace apenas seis años, continúa activa en Rotary Club Los Ángeles Esmeralda, donde es socia fundadora y ahora socia honoraria.




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