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Ema Pantoja: "Soy una bibliotecóloga realizada, y una arquitecto frustrada"

por Nicolas Irribarra Irribarra

Formada en la Universidad de Concepción, la actual angelina cuenta parte de su vida, y habla sobre su pasión.

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Responsable de la biblioteca pública en Los Ángeles, que tiene bajo su cargo otra en el sector de Santa Fe, Ema Pantoja, abrió las puertas de su oficina para contar, a través de La Tribuna, un poco sobre su vida y sobre su ‘tesoro’ más grande.

Mientras quedan con la duda sobre qué es lo que le quita el sueño a esta experimentada bibliotecóloga, podemos destacar que lleva más de 40 años acompañada de libros, cuentos, diarios, revistas, comics, entre otros.

A la ciudad de Los Ángeles llegó el año 1988, pero estuvo dos años fuera, ya que se dedicó a coordinar bibliotecas de Coyhaique, pero la presión familiar, y la ventaja de ser una bibliotecaria titulada, fueron claves para su retorno a la zona.

Se siente cómoda con su trabajo, y prefiere el sector público por sobre el privado.

“Me hago cargo de toda la administración, con todo lo que ello conlleva. Contamos con un grupo muy ‘aperrado’, lo que nos permitió, en su momento, poder trasladarnos al actual edificio. Gracias a eso la biblioteca estuvo cerrada una semana. Para dimensionar el tremendo equipo que hay”, comentó Pantoja.

Además, agregó que se siente “feliz trabajando. Tenía un tío que me decía que le pagaban por hacer lo que quería, y yo ahora estoy igual. Tiene algunas cosas que no me gustan, o que me gustan menos que otras, pero me siento realizada”, indicó.

“Este es un trabajo de mucho servicio, y tienes que atender bien. Por ejemplo, viene un niño de 6 años a pedirte un libro, y yo lo atiendo mal: ¡No está!; lo más probable es que el niño no va a querer volver más. Y quizá le cierro la oportunidad a un posible gran intelectual”, recalcó.

Su hijo es su ‘tesoro’, razón por la cual sigue trabajando. Hoy estudia Ingeniería Civil Electrónica, y cuando pequeño fue un gran colaborador de la biblioteca. La presencia del pequeño, en el lugar de trabajo de Ema, permitió que se quedara fuera del horario de trabajo, en vez de estar en su casa.

“Cuando se abrió la sala de computación, iba a ayudar a la gente que no sabía imprimir o a hacer algún otro trabajo. El hacía las cosas como un favor, como algo natural, y eso se dio mientras yo estaba acá”, contó Pantoja.

LA CARRERA DE BIBLIOTECARIA

Ella se preparó para estar en el lugar que está, no fue una persona que se acomodó a un rol. Recibió la formación académica de bibliotecaria en la Universidad de Concepción, comenzando su carrera el año 1975.

“Me quedó claro que me encantaba. Siempre he trabajado en bibliotecas públicas, empecé en Tomé. Patiperrié por el sur, en Coyhaique donde fui coordinadora regional de bibliotecas públicas, y luego volví. La verdad yo estoy feliz, a tres años de jubilar por mi edad”, destacó.

El tener un trabajo significa tener un sueldo, regalonear a seres queridos, poder alimentarse, entre otros, algo que Ema Pantoja a podido realizar con creces.

Fanática de su trabajo, declara que, a pesar de su pasión por lo que hace, no significa que trabaje en su casa.

“Mi vida privada con el mundo laboral no son rivales, se complementan”, dijo con el tono de una mujer madura.

LLEGÓ DE PENCO

Esta historia se remonta del 88’, cuando Ema Pantoja era responsable de la biblioteca pública de Puerto Aysén. Por aquellos años se veía una comuna muy chica, pero muy aislada. Sin teléfono, sin internet, sin ningún método rápido de comunicación.

“Yo me sentía como Cristóbal Colón, en un lugar que era tierra de nadie. Llegué a una biblioteca de 2500 libros, muy chiquitita. Después cuando me vine, la dejé en un recinto más grande, y con 7000 libros. Por todo lo anterior, sumado a la insistencia de la familia, llegué a Los Ángeles”, contó.

La poca competencia de esos años, hacía más probable la posibilidad de poder cambiarse de trabajo. Hoy la formación de bibliotecólogos se da en Santiago y, también, en Talcahuano.

“Hoy tengo de todo acá, ya que llegué a un municipio más grande. Cuando estaba en el sur, no contaba con algunos implementos esenciales para desarrollar el trabajo, acá yo pido algo y lo más seguro es que lo pueda tener. Allá, tenía que comprar, con mi sueldo, el papel higiénico”, destacó.

Desde 1992 llegó definitivamente a la ciudad de Los Ángeles. Lleva 23 años en la zona, y se muestra agradecida por todo lo que ha logrado, particularmente por que asume que todo ha sido gracias a Dios.

Trabaja con una comunidad católica angelina, porque quiere comunicar, compartir, interactuar, algo que hace desde la capilla Santa Rosa. Lo hace en un sector peligroso, según relata.

“Entre sumando y restando, estoy feliz, realizada. Si hay algo que no me gusta de mi trabajo, pero que ya superé, es la textura del papel de diario. Ahora ya puedo leer sin ningún problema”, cuenta entre risas.

Además, a lo anterior, agrega que “otra de las cosas que le molestan, es que cuando deben adquirir cosas para la biblioteca, particularmente libros, no puede obtener todo lo que solicita en el presupuesto. El hecho de escoger qué cosas dejar, y qué cosas quitar, es el punto que me molesta. Uno sabe que no puede todo, de hecho lo asume desde antes, pero definir qué dejar, eso es lo duro”, dice sabiendo que es una ‘tontera’.

Además, cree que uno de sus defectos es hablar rápido, algo que le impediría, según Pantoja, comunicarse de buena manera con su personal, algo que en el día a día, y en lo que se pudo evaluar in situ por La Tribuna, evidenciamos que su desempeño con los funcionarios que trabajan con ella, tienen claridad de lo que ella les solicita.

UN DESEO FRUSTRADO

A pesar de su amor por la bibliotecología, Ema Pantoja nos revela que también pudo haber estudiado arquitectura, en la Universidad del Bío-Bío.

“Estaba la opción de llegar a Arquitectura, podría haber ingresado en el segundo semestre. Me matriculé en lo que hoy es mi profesión, pensando en que haría el cambio, pero no pude. Me conquistó. Fue contra todo pensamiento de mi familia que, además, desconocía lo que era la bibliotecología”, cerró una carismática bibliotecóloga, Ema Pantoja.

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