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La Tribuna

Lajino confirmado de coronavirus relata su experiencia con la enfermedad

por Juvenal Rivera Sanhueza

"No le doy a nadie estar en esta situación. Aislado, solo, con fiebre, sintiéndose mal, con problemas para respirar. Es complejo si afecta a la gente mayor, a los pacientes crónicos, a los que tienen problemas adicionales de salud. La gente adulta es la que hay que cuidar".

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En la mañana de ese domingo 8 de marzo, Cristian Roa Solís (38

años, casado, padre de tres hijos) amaneció como si lo hubiesen apaleado. Él

mismo lo reseña de esta forma: Desperté mal, con un cansancio, una fatiga. Me

dolía el cuerpo, como si me hubiesen apaleado. El dolor era sobre todo en el

tórax, en la parte alta del pecho, y me molestaba al respirar. Era como si la

cabeza me pesara dos kilos más, con un dolor muy fuerte en la parte frontal y

en la nuca.

Así, este vecino de la comuna de Laja relata lo que fueron las primeras

complicaciones de salud que, sumadas a una fiebre que alcanzó los 38 grados, lo

llevaron a viajar en auto a la asistencia pública del hospital de Los Ángeles.

Aunque siempre esperó que fuera un resfriado y nada más, a la

mañana del día siguiente tuvo un diagnóstico definitivo y cierto: estaba

enfermo de Covid-19 por coronavirus. Un test tomado en la víspera en el recinto

asistencial local arrojó que tenía esa afección.

Así, Cristian Roa se convertía en el primer paciente afectado

por coronavirus en la Región del Biobío.

Sin embargo, pese al elevado nivel de contagio de la enfermedad

que ha hecho que se propague sin control por todo el mundo, su determinación a

cuidarse, a ser responsable consigo mismo y con su entorno más directo, permitieron

que su quedara confinado en el mismo, en nadie más. Ni en su mujer Paula ni en

sus tres hijos. Ni en el resto de la familia, en amigos o colegas de trabajo.

Su historia fue contada por él mismo en el informativo de la

Municipalidad de Laja, a través de una conversación telefónica en que narró los

detalles de cómo habría contraído la enfermedad, los cuidados que tomó y las

providencias adoptadas en el hospital de Los Ángeles que le permitieron superar

la enfermedad sin causar más afectación.

EL PRINCIPIO DE TODO

Es sabido que el 1 de marzo, Cristian y Paula, su mujer, eran

parte de los 80 mil hinchas que presenciaron uno de los partidos más esperados

del fútbol mundial: Real Madrid vs Barcelona.

La pareja estaba ahí gracias al un premio otorgado por la

cerveza Budweisser que consistía en presenciar el cotejo en el estadio Santiago

Bernabéu, en Madrid, con todos los gastos pagados, desde el translados, los

pasajes, la estadía y, por cierto, las entradas en ubicación preferencial.

En esos días, en España poco y nada de hablaba del coronavirus.

Los casos confirmados superaban poco más del medio centenar y los muertos sólo

eran dos.

Sin embargo, Cristian y Paula igualmente se preocuparon. Leyeron

lo que se publicaba sobre la enfermedad y de ahí que en el viaje de ida y de

vuelta, ambos viajaron con mascarillas puestas.

Además, cuando estuvieron de vuelta en Laja - el 3 de marzo -

optaron por una medida radical que, al cabo, fue decisiva: con mi pareja

tomamos la decisión de no tomar contacto físico, ni besos ni abrazos, de estar

alejados. Asimismo con los hijos, porque queríamos esperar unos días y estar

seguros. Así se lo dijimos a la familia para que no nos visitaran y que

esperaran a que pasaran los días por precaución, que se mantuvieran  alejados por cualquier cosa. Eso sirvió,

sirvió bastante.

De ahí que cuando sintió las molestias y fiebre alta en esa

mañana de domingo y viajó de Laja a Los Ángeles (con su mascarilla puesta), Cristian

Roa no solo reportó los síntomas al médico que lo atendió, sino que también

detalló su reciente viaje a España que, en ese tiempo, no era catalogado como un

país de riesgo por el coronavirus. Ahí se produjo otro momento importante en la

historia de su enfermedad: Si me hubiesen enviado de vuelta por un resfriado

común - porque España no estaba en los países de riesgo-, quizás no estaríamos

hablando de esto ahora, de que no hay más infectados porque me habría vuelto a

la casa, habría vuelto al trabajo.

Ese día le tomaron el examen y lo dejaron aislado en el hospital

a la espera del resultado. Siempre quise pensar que era negativo, dice

Cristian.

Pero no fue así. Cuando me entregaron el resultado, en lo

primero que pensé fue en la familia. Si ya estoy positivo, en mi casa están

todos son positivos. Es cuando uno empieza a rogar y pedir que todos estén bien

y que sea yo el único que esté afectado.

AISLAMIENTO

El aislamiento de este lajino fue riguroso. Después de ser

diagnosticado con coronavirus, inició un enclaustramiento exhaustivo. Su mujer

y sus hijos - a quienes también se les tomó el test pero salió negativo - se

fueron a la casa de sus suegros.

Él se quedó solo en su casa. Y no fue nada de fácil. Porque

estaba enfermo: El 9 de marzo retorné a mi casa y desde ese día que estoy

completamente aislado. En los primeros días después del contagio no estuve

bien. Tuve mucha fiebre. Además, soy alérgico a los medicamentos y no puedo

tomar paracetamol así que me bajaba la temperatura con pañitos húmedos y

tomándose la temperatura cada hora o cada media hora.

Además, no fue nada de fácil estar lejos de sus seres queridos:

Soy muy apegado a mis hijos y uno extraña a la familia. Mis hijos menores (una

pareja de gemelos de 3 años y medio) creen que estoy trabajando. Mi hijo mayor

sabe lo que está pasando y lo asume.

Le ayudó saber cocinar y hacer las demás labores de la casa. Su

familia solo lo ve desde lejos para dejarle el pan del día: me han venido a

dejar cosas a la puerta, mi familia, mis hermanos pero siempre tomando los

resguardos. Me dejaban las cosas en la puerta de la casa, ellos se van,

esperaba un minuto, las entraba y así.

Ahora sigue en cuarentena hasta el próximo domingo para

descartar cualquier posibilidad de contagio. Recién el próximo domingo podré

salir de y decir que ha superado la enfermedad señala, aunque igualmente le

tomarán varios exámenes en la semana para ver en qué condiciones está y si hubo

daños en los pulmones: es importante ver en qué condiciones quedé para

tranquilidad mía y de la familia.

Las personas que tuvieron contacto con él - 15 en total - estuvieron

con aislamiento preventivo pero ya están todos de alta: no hubo algún

contagiado o que haya presentado algún síntoma por haber estado en contacto

conmigo.

PREVENCIÓN

Actuamos en el momento en que había que actuar, en el momento de

tener síntomas. Por lo que veo por televisión y por lo que me doy cuenta, hay

mucha gente que está tomando los resguardos, se está quedando en su casa, no se

expone, no está saliendo. Pero es un porcentaje muy mínimo. Hay mucha gente que

sigue saliendo y concurriendo a algunos sectores.

La gente no debe exponerse. No crean que porque andan con una

mascarilla, no se pueden contaminar. La gente debe tomar todos los resguardos.

Sé que mucha gente debe trabajar pero la familia puede mantenerse a resguardo,

quedarse en la casa, exponerse lo menos posible, evitar el contagio.

Lo importante es quedarse en casa porque así tiene menos

contacto con otras personas. Hago un llamado a que la gente se quede y si lo hace,

que sea por algo preciso.

No le doy a nadie estar en esta situación. Aislado, solo, con

fiebre, sintiéndose mal, con problemas para respirar. Es complejo si afecta a

la gente mayor, a los pacientes crónicos, a los que tienen problemas

adicionales de salud. La gente adulta es la que hay que cuidar. Soy joven, gozo

de buena salud y puedo decir que lo superé pero hay mucha gente que no es así y

debe tomar las medidas, concluye.

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