Resumen noticioso

El último adiós al "padre" de Iberia

Carlos Perelló lo hizo surgir de las cenizas, lo trajo a la capital de la provincia de Biobío, donde hoy en día es uno de los elencos más conocidos.

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Tarde cálida, el viento movía las hojas en el suelo que provenían de una plaza, los pájaros cantaban como en un día cualquiera de verano.

Eran cerca de las 13:30 horas cuando la capilla del Liceo Alemán de Los Ángeles estaba repleta. Esta vez, no era una misa común y corriente, esta vez los rostros no eran de júbilo, esta vez los angelinos despedían a quien fue parte de la construcción de su historia, aunque tampoco los invadía la tristeza profunda.

La provincia de Biobío le rendía el último homenaje a Carlos Perelló Nieto, hombre importante, quien trajera a Iberia a Los Ángeles, luego de años buscando que el equipo de la ciudad (Deportes Los Ángeles) llegara al profesionalismo.

El ambiente en el lugar era distinto al de otras misas fúnebres. La cotidianeidad muestra este tipo de actividades con dolor, tristeza y llanto, pero aquí el panorama era distinto. La mirada de sus familiares era de tranquilidad, serenidad y de alguna forma alivio. Como bien lo expresó Fernando Palacios Perelló, su sobrino, existió alivio, luego de tanto tiempo sufriendo, por lo que la tranquilidad era evidente.

Pese a la hora, no fueron pocos los angelinos que llegaron al recinto ubicado en la intersección de calle Lynch con Bernardo O’Higgins, el día soleado, le dio un aire de esperanza a la ciudadanía, que veía como se iba una vida, pero se mantiene el legado.

APOYO DEL HINCHA

Los cercanos a Carlos Perelló no estuvieron solos en su dolor y es que la familia “azulgrana” no estuvo ajena a lo ocurrido y acompañó a quien fuera y es un ícono en su amado club.

Los representantes de la “banda azulgrana” se hicieron presentes en la capilla del Liceo Alemán y no quisieron estar ausentes en el último adiós a la persona, que permitió tener a un club como Iberia en la capital de la provincia de Biobío.

Una hermosa decoración con la ya clásica “I”, decoraba un costado del cuerpo del reconocido dirigente, dejando en claro que hasta su último día, su amado club iba a estar presente, tal como él lo estuvo en el estadio, donde hasta que pudo, no dejó de ir al municipal angelino a ver a su querido Iberia.

Los colores azulgrana decoraban el lugar y hacían evidente el recíproco cariño que hubo y habrá en esta historia que comenzó en 1969, cuando el propio Perelló viajó junto con Manuel Segundo González a buscar al club a Puente Alto, comprarlo y traerlo a Los Ángeles, ciudad que lo cobija hasta el día de hoy y donde pese a las críticas de un principio, se ha formado un importante lazo de unión entre el equipo y la ciudad.