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Animación de pluma y corazón latinoamericana

por La Tribuna

En 2017 se cumplieron 100 años del primer largo de animación latinoamericano, que también es considerado como uno de los trabajos pioneros en esta categoría en el mundo. Desde entonces, la producción avanza a buen ritmo y gana cada vez más peso en este género.

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Aunque la animación estadounidense lleva años ganándose el favor del público, tanto infantil como adulto, incluso en esta ha habido un acercamiento a la cultura latinoamericana. Coco, el éxito de Pixar, tiene como escenario la Tierra de los Muertos y sus protagonistas son mexicanos.

Chile, a dónde se fue el Óscar a mejor corto de animación con Historia de un oso, Colombia y Argentina también cuentan con propuestas muy interesantes.

El brasileño Carlos Saldanha (Río), el mexicano Jorge R. Gutiérrez (The book of life) y el argentino Juan Antín (Pachamama) son algunos ejemplos de la fuga de talento latino en el mundo de la animación.

Por Manuel Noriega.

EFE/REPORTAJES

El Apóstol fue el primer largo de animación latinoamericano y se concluyó en 1917. Lo dirigió el italoargentino Quirino Cristiani y es considerado como uno de los precursores en este terreno, también en el ámbito mundial.

América Latina lleva más de 100 años dando títulos a este género. Pueden dividirse entre los que son producidos en compañías latinoamericanas y los que, aun siendo producciones extranjeras, sus creadores son latinos.

Aunque la animación estadounidense lleva años ganándose el favor del público, tanto infantil como adulto, incluso en esta ha habido un acercamiento a la cultura latinoamericana. Coco, el éxito de Pixar, tiene como escenario la Tierra de los Muertos y sus protagonistas son mexicanos.

Si bien ha habido críticas encontradas, unos que loan la producción con carácter latino y otros que la critican como una especie de colonialismo cultural, lo cierto es que ha dado lugar a una conversación en la que también entran en juego las películas, no solo con temática, sino de creación latinoamericana.

México y Brasil, por espectadores y producción, están a la cabeza en la producción actual y ambos países consiguen que sus películas lleguen a un público internacional que las consume cada vez más.

Chile, a dónde se fue el Óscar a mejor corto de animación con Historia de un oso, Colombia y Argentina también cuentan con propuestas muy interesantes.

LatAm Cinema, una publicación dedicada al séptimo arte, definió la industria de animación latinoamericana como la industria silenciosa.

 En un reportaje que la analizaba, aseguraron que los procesos dilatados de creación, los presupuestos altos, la ausencia de elencos reconocidos y el estigma de ser solo un producto infantil, eran las causas de este silencio.

Sin embargo, en los últimos años se han documentado diferentes leyes que se aplican al cine, programas de desarrollo y apoyo a la animación y cooperación entre países que ayudan a que las ideas se materialicen. 

La finalidad es establecer un marco en el que los profesionales puedan crear y no tengan que emigrar a grandes estudios estadounidenses para desarrollar su carrera o poder poner en marcha sus proyectos.

El brasileño Carlos Saldanha (Río), el mexicano Jorge R. Gutiérrez (The book of life) y el argentino Juan Antín (Pachamama) son algunos ejemplos de la fuga de talento latino en el mundo de la animación.

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CORTOS Y LARGOS LATINOAMERICANOS QUE NO TE PUEDES PERDER

Historia de un oso es la producción que se llevó un Óscar al mejor corto de animación en 2016, aunque la fecha de realización es de 2014. Gabriel Osorio firma un retrato tierno, pero duro, del entorno de las víctimas de las dictaduras.

En el trasfondo de esta historia está la del abuelo del director que estuvo preso tras el golpe de Estado de Chile, en 1973, y que se exilió después a México y Reino Unido.

El colombiano Santiago Caicedo dirige la adaptación al cine de la novela gráfica colombo-ecuatoriana Virus Tropical. A veces referida como la Persépolis latina, Virus tropical es un alegato de su protagonista, Paola, por la libertad que tanto le cuesta conseguir en un contexto social complicado.

 El director de Rodencia y el diente de la princesa, el argentino David Bisbano, firma un nuevo largo llamado Dalia y el libro rojo, que aún no se ha estrenado.

Los expertos la definen como una historia para toda la familia con una mezcla de nuevas técnicas que combinan animaciones por ordenador con stop motion, texturas e iluminación.

Las historias que Curt Nimuendajú, un antropólogo alemán, plasmó sobre sus viajes a comunidades indígenas de Brasil, sirven a la brasileña Tania Anaya de inspiración para Nimuendajú.

Es la primera película animada de la región de Minas Gerais y usa referencias reales de imágenes y sonidos en su narrativa visual en 2D.

En junio de este año, Netflix estrenó Pachamama, una película de animación conmovedora, cuyo argumento transcurre en América Latina, dirigida por el argentino Juan Antín. Y, aunque la producción es francesa y está en inglés, la esencia es latinoamericana. La historia se centra en dos niños en los Andes antes de la llegada de los españoles colonizadores.

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