Editorial

Desempleo y brechas de género

Empleo, Archivo La Tribuna
Empleo / FUENTE: Archivo La Tribuna

El trimestre marzo-mayo de 2025 revela que por primera vez en cinco trimestres, el crecimiento del empleo (0,4%) fue impulsado exclusivamente por mujeres (1,2%), dado que el empleo masculino retrocedió (-0,2%). Sin embargo, la desocupación femenina aumentó a 10,5% (+0,5 pp), lo que evidencia que más mujeres buscan trabajo sin encontrarlo.

El análisis de 15 trimestres consecutivos revela un patrón estructural de inequidad. La desocupación masculina se mantiene estable en 7,8% (+0,1 pp), mientras la femenina escaló persistentemente, consolidando una brecha de 2,7 puntos porcentuales que trasciende las fluctuaciones y pone a la vista barreras que el desarrollo regional no logra derribar.

La volatilidad es otro asunto relevante. Durante el último año, el empleo masculino funcionó como motor del crecimiento en 8 de 15 trimestres, mostrando una resiliencia que el mercado laboral femenino no logra replicar. Las mujeres experimentaron un crecimiento significativo alternado con retrocesos abruptos, particularmente en la industria manufacturera y el comercio, donde las contracciones superaron el 20%.

La tasa combinada de desocupación y fuerza de trabajo potencial alcanza 23,1% en mujeres versus 15,2% en hombres, lo que configura una brecha de 7,9 puntos que resulta desalentadora. En términos simples, una de cada cinco mujeres en edad de trabajar enfrenta algún grado de exclusión dentro del mercado laboral formal.

La segmentación ocupacional también muestra signos de inequidad. El crecimiento femenino se concentra en hogares como empleadores (24,5%) y servicio doméstico (21,4%), sectores de menor protección social. La informalidad, que aunque disminuyó al 25,3% regional, también afecta más a mujeres (26,8%) que a hombres (24,1%).

La jornada laboral revela otra dimensión relevante, puesto que las mujeres trabajaron consistentemente menos horas que los hombres, con 33,4 horas versus 38,6. Lo anterior no debe confundirse con una elección voluntaria, sino que refleja la existencia de condiciones que limitan la participación plena.

Las responsabilidades de cuidado no remuneradas condicionan la disponibilidad horaria y geográfica femenina. La ausencia de políticas robustas de conciliación trabajo-familia agrava esta situación, mientras persisten formas sutiles de discriminación laboral.

Una región que subutiliza el talento de más de la mitad de su población femenina en edad de trabajar limita su potencial de crecimiento y perpetúa desigualdades que debilitan la cohesión social. La región enfrenta el desafío de transformar su dinámica en una oportunidad de desarrollo, en la que todos gocen de igualdad de oportunidades.

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