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Cambio Climático

por La Tribuna

Cambio Climático / Archivo La Tribuna

Las referencias al cambio climático suelen estar acompañadas de una visión más bien apocalíptica. Se anuncian desde desastres naturales hasta verdaderas tragedias humanas por las inundaciones, tormentas u olas de calor, todo sin precedentes desde que se sistematizaron los registros.

El cambio climático es un hecho cierto, avalado por la comunidad científica internacional. Sus consecuencias saltan a la vista. Lo positivo de este cuadro es que frente a un hecho tan evidente, se pueden tomar los cursos de acción para enfrentar un desafío de semejante envergadura. Uno de los rubros fundamentales que debe asumir dicho desafío es la agricultura, que debe adaptarse a nuevas condiciones climáticas que alteran significativamente las prácticas tradicionales.

La provincia de Biobío - que durante el siglo pasado se caracterizó por cultivos de trigo, maíz y remolacha - ahora está poniendo sus ojos en la actividad frutícola para liderar esa adaptación.

El cambio climático se refiere a las variaciones a largo plazo en las temperaturas y patrones climáticos de la Tierra, principalmente debido a la actividad humana, como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la agricultura intensiva. Estas actividades incrementan la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, causando un calentamiento global. Los efectos del cambio climático en el agro son profundos: alteración de los ciclos de cultivo, incremento de la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, y desplazamiento de zonas agrícolas viables, entre otros.

Las condiciones edafoclimáticas del valle central y la precordillera de Biobío ya han permitido un incremento notable en la superficie de cultivo de frutos secos, como la castaña marrón, el avellano europeo y las nueces en los últimos cinco años. Este desarrollo es un ejemplo claro de cómo la agricultura puede evolucionar en respuesta a cambios ambientales.

Desde el punto de vista del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), la provincia de Biobío es una zona fértil para la incorporación de nuevas especies frutales adaptadas a condiciones más cálidas, que hasta ahora eran características de regiones más al norte. Este cambio no solo es posible, sino necesario, considerando las proyecciones climáticas actuales.

Esta perspectiva se discutió en un reciente encuentro en INIA Quilamapu, sede Chillán, donde se reunieron autoridades del sector agro, agricultores y científicos para conocer el nuevo Programa de Mejoramiento Genético de Frutales de INIA.

Si bien el cambio climático está causando una desertificación desastrosa en el centro norte del país, también está desplazando el sector frutícola hacia el centro sur. Esta migración obliga a una gestión anticipada de la nueva realidad productiva nacional, lo que ya se evidencia con el sector frutícola de exportación, que incluso está explorando opciones nuevas como la macadamia y el pistacho.

Las ventajas de la región del Biobío permiten ampliar la frontera de la producción frutícola, abriendo nuevas oportunidades hacia el sur de Chile. Es que la adaptación al cambio climático no es una opción, sino una necesidad urgente para los agricultores y la provincia de Biobío puede convertirse en un modelo de cómo enfrentar los retos del cambio climático mediante la innovación y la gestión proactiva de los recursos agrícolas.

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