Restauración

Tanto o más extenso que la capilla del hospital de Los Ángeles ha sido el derrotero que ha debido seguir el proyecto para reparar la Casa de la Cultura Alcalde Ricardo Acuña Casas, emblemático edificio patrimonial situado en el casco más céntrico de la capital provincial.

En sus inicios fue conocido como Teatro Municipal y su entrega fue en 1938, como una manera de entregar alternativas de esparcimiento a la comunidad local, particularmente por la irrupción de las películas y el cine.

El responsable de la obra fue Nibaldo Álamos, el arquitecto más influyente en la historia de la ciudad en la primera mitad del siglo pasado. El profesional tiene la virtud de haber levantado edificaciones que han resistido el paso del tiempo y los periódicos terremotos. La Casa de la Cultura es un ejemplo evidente aunque también se cuentan lugares emblemáticos como el Club de la Unión y varias viviendas particulares que han resistido los embates de la naturaleza.

Sin embargo, el terremoto de febrero de 2010 ocasionó daños en la estructura del recinto que, después que decayera la actividad propia del cine, devino en un sido escenario empleado para la realización de todo tipo de presentaciones, desde aquellas llevadas a cabo por conocidas bandas musicales hasta eventos como licenciaturas y eventos de la mayor diversidad.

Tal cual como sucedió con la capilla del hospital, las alternativas de restauración han sido esquivas y han debido superar la habitual trama burocrática cuando se trata de establecimientos que tienen carácter patrimonial.

Recién el viernes se conoció que el Ministerio de Desarrollo Social y de Familia le otorgó la recomendación social al proyecto para diseñar el plan de recuperación de la Casa de la Cultura. Es importante precisar que no se trata de la restauración del edificio propiamente tal, sino que se destraba una parte del proceso que permitirá - una vez aprobado por el Consejo Regional de Gobierno - saber con exactitud qué se hará y cuál será su costo. Una vez definido lo anterior, se deberá salir a buscar el financiamiento para hacerlo realidad. Es decir, utilizando un viejo adagio popular, aun queda bastante paño por cortar antes de ver completamente recuperado el recinto de la Casa de la Cultura. Quizás unos dos o tres años más, tomando en cuenta las restricciones presupuestarias que se observan hacia adelante debido a las borrascas en el escenario económico.

El punto es que lo anterior demuestra, una vez más, cuán difícil se hace mantener aquel patrimonio que es parte consustancial a nuestra identidad local. La capilla del hospital, la Casa de la Cultura, el edificio Bernardo Ou2019Higgins o el recinto del Seguro Social siguen esperando los proyectos y recursos que les permitirán recuperar su impronta de antes. Otras tantas construcciones sucumbieron a la violencia de los terremotos o a la decisión de sus propietarios por demoler y construir algo distinto en su reemplazo.

Ahí hay una materia pendiente. Es deber de las autoridades y la comunidad en su conjunto que se pueda comprender y valorar aquellos elementos arquitectónicos que nos identifican y que nos hacen valorar lo que somos.