Editorial

Adultos mayores en Chile

¿Cuántos hay? ¿Dónde viven? ¿Y en qué trabajan? Son preguntas que surgen cada vez que vemos los reportes diarios de fallecidos por Covid-19 en nuestro país, y que dan cuenta que el grupo de mayor riesgo de deceso -no necesariamente de contagio- son los adultos y adultas mayores.

Según un reporte del Instituto Nacional de estadística, en base al último Censo, el número de personas de 65 años y más en 2019 llegó a 2.260.222. La mayoría se distribuye en las regiones Metropolitana, Valparaíso y Biobío. No obstante, se proyecta que al 2035, este grupo etario se compondrá de 3.993.821 adultos, los que equivaldrán al 18,9% del total de la población. Es más, las proyecciones indican que ese año todas las regiones evidenciarán un proceso creciente de envejecimiento poblacional.

Además, todas, a excepción de Tarapacá, Antofagasta y Atacama, tendrían una mayor proporción de población mayor de 65 años respecto de la población menor de 15 años. El envejecimiento sería más acentuado en las regiones de Ñuble, Valparaíso y Los Ríos, presentando un 24,6%, 22,2% y 22,0% de población mayor al final del período de proyección, respectivamente.

De estos, según las cifras reportadas por el INE y el Departamento de Extranjería y Migración (DEM), se estima que a diciembre de 2019 había en el país un total de 42.308 adultos mayores extranjeros residentes habituales. De ellos, 16.622 tenían entre 65 y 69 años; 9.668, entre 70 y 74 años; 6.013, entre 75 y 79 años, y 10.005 tenía 80 años y más años.

Un grupo cada vez más acrecentado y que juega un papel importante en el mercado laboral, ya que muchos, por diversas razones, están aún trabajando y buscando distintas formas de conseguir mayores recursos económicos.  En el trimestre octubre-diciembre de 2010 había 7.572.318 ocupados, de los cuales 332.687 (4,39% del total) tenían 65 años o más. En igual trimestre, pero de 2019, se registró en cambio un total de 9.087.132 personas ocupadas, de las cuales 570.305 fueron adultos mayores (6,28% del total de ocupados).

Sin embargo, las cifras reportan que las condiciones laborales de este grupo etario no son del todo alentadoras: la tasa de ocupación informal más alta se evidencia constantemente en el tramo de 65 años y más.

Todos datos reveladores respecto a una amplia población, mucha de ella extranjera que hoy están en riesgo de salud, y que -pese haber cumplido en términos laborales- siguen activos, con trabajos informales de complemento de sus pensiones, y con una condición social y económica disminuida.

Son un grupo de riesgo sanitario, sin duda, pero también son un grupo que necesita hoy más que nunca el apoyo social, y no solo de Estado, sino desde el fuero interno de sus familias y también, de sus comunidades.

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