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La Tribuna

Orden público

por La Tribuna

Tras más de cinco semanas de manifestaciones ciudadanas, ya es claro que el movimiento de reivindicaciones sociales, de derechos e igualdad, derivó por un camino, mientras que el de la violencia derivó por otro.

Unir

ambas partes del estallido social es injusto con el primer grupo, que se queja

con todo derecho de la desigualdad y los abusos que ha venido soportando desde

hace décadas. Por el otro lado, el robo, la violencia, los incendios, son una

materia que se acerca más al lado de la crónica policial que al área social. Y

debe ser enfrentada de esa manera.

El

gobierno y los políticos oficialistas han intentado, salvo excepciones, unir en

su discurso a estos dos fenómenos, ofreciendo respuestas para uno y para otro

dentro de las mismas condiciones y como parte de los mismos denominados

acuerdos. Así, mañosamente se intenta hacer ver que quienes piden una

jubilación más justa son las mismas personas que más tarde, amparados en la

oscuridad, buscarán saquear o incendiar locales comerciales. No es así, y

quienes han estado en la calle al menos en una protesta pueden dar fe de ello.

Por

eso aparece la perplejidad ante la imparable violencia, la cual debe ser

condenada sin ningún complejo ni letra chica. Y así mismo debe ser combatida.

Pero ahí parece que las fuerzas de orden se están viendo completamente

sobrepasadas e incapaces de realizar la tarea para la que fueron

concebidas. 

El

senador Felipe Harboe entregó un interesante punto sobre la razones de esta

incapacidad para detener la violencia que han tenido las fuerzas de orden y

seguridad. En una entrevista en un canal nacional, el parlamentario dijo que el

descabezamiento de la institución luego del escándalo del montaje de la

Operación Huracán significó un gran golpe para la institución. Fue

mediáticamente muy beneficioso para el Presidente, pero complicó de sobremanera

a la institución, quedando varias áreas sin mando. Luego de eso, según Harboe,

se instaló en la Agencia Nacional de Inteligencia a un político y no a una

persona de carácter técnico como necesita esa institución. Ello, que fue

corregido ahora después del inicio de la violencia, colaboró para tener una

deficiente respuesta.

Las

medidas que se anuncian, como llamar a carabineros en retiro o adelantar las

graduaciones de los estudiantes, pueden ayudar a hacer crecer el número de

efectivos en las calles. Por otro lado, la asesoría extranjera que se está

prestando puede llegar a ser muy útil. Lo que es cierto también es que la

violencia no se detendrá si no se cambia la estrategia de combate, y quizás eso

pasa por una reformulación completa de los protocolos de la institución.

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