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La Tribuna

Violencia en las redes sociales

por Sebastián Carrizo

Sorprendió a muchos

la frialdad con que el portero Gabriel Arias enfrentó al periodista del Canal

del Fútbol que lo entrevistó después de la espectacular clasificación a

semifinales de la selección chilena en la Copa América, después superar a

Colombia en los lanzamientos penales. En ese momento, Arias, nacido en

Argentina, dijo emocionado tras ese partido que recibía muchas críticas a

través de las redes sociales y pidió respeto por su familia, porque son

quienes lo viven más de cerca.

Ojalá podamos terminar

esto de la mejor manera, dijo el meta para finalizar su intervención. En

paralelo, en las redes sociales se generó un movimiento a favor del exjugador

de Unión La Calera para terminar con los ataques y entregarle el respeto que

cualquier persona se merece, por más que sea pública y tenga un puesto que de

por sí genera mucho comentario. Lo que Arias no sabía es que sólo seis días más

tarde su desempeño en la cancha estaría en el centro de la discusión deportiva

y ese apoyo inicial se transformaría en crítica feroz.

Feroz al punto de

que su hijo recibió comentarios ofensivos en su cuenta de Instagram. De hecho,

el mismo portero optó al día siguiente de la derrota ante Perú en Porto Alegre,

que dejó a La Roja fuera de la pelea por el título de la Copa América que se

disputa en Brasil, por cerrar su cuenta de Instagram para dejar de recibir los

comentarios que se sucedían a cada momento.

Más allá de su

rendimiento en la cancha, no se puede tolerar que el insulto sea parte del

mundo del fútbol. Insultar desde la tribuna se parece mucho a insultar hoy

desde las redes sociales: se esconde la voz entre la multitud y, muchas veces,

se amplifica una respuesta que quizás jamás se daría cara a cara. Porque

pareciera que las relaciones cara a cara son diferente de las relaciones en las

redes sociales, o un mundo aparte, donde las reglas sociales son otras, más

laxas, de menor sentido común.

La cuestión en

medios digitales es que se está dando un fenómeno que había quedado en el

pasado: La humillación pública. Se trata de un tipo de tortura, ya que busca

menoscabar la dignidad del ser humano y queda de manifiesto a través de memes,

funas e insultos de todos los calibres. Estudios indican que el cerebro capta

esos ataques de la misma forma que si hubiesen ocurrido de forma física. Por

eso es necesario trabajar en la prevención temprana para terminar de una vez

por todas con los ataques a las personas a través de las redes sociales. 

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