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La Tribuna

Deterioro del debate público

por Sebastián Carrizo

Muchos se sintieron

legítimamente ofendidos cuando el ahora exentrenador de Iberia, Roberto Rojas,

habló de los pelagatos que día a día los increpaban desde la tribuna cuando

su equipo no lograba los resultados esperados. Las respuestas que recibió a

través de las redes sociales no fueron más templadas tampoco. Por otra parte,

la senadora Jacqueline van Rysselberghe provocó airadas reacciones cuando

atacando precisamente el nivel del debate público tildó de patipelados a

quienes criticaban el trabajo de los servidores públicos.

Son dos muestras que

pueden haber quedado en el ámbito de lo jocoso. Pero más grave es la funa que

se intentó hacer a la ministra Marcela Cubillos en el cementerio cuando, según

se reportó, ella participaba de un velorio. Se ha dicho que no es lugar ni el

momento para hacerlo, pero la verdad es que tampoco es la forma.

El debate público se

ha deteriorado al punto de que estas formas de expresarse se están volviendo

común y alejan el foco de los problemas de fondo. La respuesta desde la

coalición de gobierno tampoco está a la altura: el diputado Luciano Cruz-Coke

trató de primate suelto a la profesora que realizó la funa y, en el mismo

tema, la ministra Cubillos invitó con dureza al presidente del Colegio de

Profesores, Mario Aguilar, a una reunión en La Moneda. Ahora veremos si el

Colegio tiene voluntad real de terminar este paro, fue parte de lo que publicó

en redes sociales. No parece forma de invitar a alguien a dialogar y menos

parece tener la voluntad de arreglar algo. Más bien parece la intención de

enterrar una estaca para detener el retroceso del gobierno en la materia y

poder tener más tarde una cuña para articular una contraofensiva.

Desde tiempos

inmemoriales que la gente ha hecho lo que está a su alcance cuando considera

que su causa es justa. Así se han producido conflictos de todo tipo. Pero caer

en la cultura del descrédito del diálogo, la ofensa y hasta de la agresión

parece estarnos llevando hacia el lado contrario a lo que es un país

desarrollado, con instituciones en pleno funcionamiento.

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