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La Tribuna

La política que no se quiere

por Leslia Jorquera

 La sensación de impunidad por parte de la clase política y de la mano con el poder judicial ha abierto una herida en la sociedad que se ve difícil de zanjar.

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A estas alturas para nadie es una sorpresa que gran parte del país no está a gusto con el mundo político y es que tanto desde la Nueva Mayoría como de Chile Vamos, distintos personajes se han envuelto en escándalos de corrupción y lavado de dinero, entre otros.

Si lo anterior, se suma a la escasa acción del poder judicial en estos casos, termina existiendo algo como lo que sucede actualmente: un país con un gran porcentaje de abstención.

Uno de los casos más bullados del último tiempo, es el ya famoso Caso Penta, el que está en el ojo del Huracán, luego que se comprobara financiamiento ilegal de campañas políticas mediante boletas ideológicamente falsas.

Hace algunos días, el ex ministro Pablo Wagner fue absuelto del delito de cohecho y declarado culpable de los delitos tributarios y enriquecimiento ilícito, algo extraño, considerando que en su minuto se especuló con que se tenía muchas pruebas en su contra.

Los comentarios en redes sociales no se hicieron esperar y es que de la gran cantidad de empresarios y políticos (la gran mayoría de Chile Vamos) ligados al caso fueron desestimados de los cargos que se les imputaban, pese a que existían pruebas contundentes en su contra.

La sensación de impunidad por parte de la clase política y de la mano con el poder judicial ha abierto una herida en la sociedad que se ve difícil de zanjar y es que ¿cómo explicarle a la ciudadanía que las instituciones funcionan si cuando se debe dar un castigo ejemplificador se termina por dejar sin efecto las acusaciones? 

La situación es compleja y es que no es menor si se considera que esta era la oportunidad para demostrar que la justicia funciona… y aparentemente no lo fue.

Lo peor de todo es cuando empiezan a aparecer los discursos desde el punto de vista político, argumentando que no eran culpables, cuando hubo pruebas.

Es por esto mismo que es llamativo, más cuando tras las últimas elecciones la misma clase política se preguntaba el porqué de la baja cantidad de votantes.

Esta es precisamente la política que no se quiere, la que es corrupta y luego se lava las manos gracias a la justicia.

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