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La Tribuna

17 días

por Leslia Jorquera

Si la política está mal, no es culpa sólo de los políticos, sino de todos los chilenos. Nuestra baja capacidad de luchar y participar en la construcción de nuestra democracia, es la que posteriormente detona que personas que no merecen representar a los habitantes de esta larga y angosta faja de tierra, ocupen dichos cargos.

Comienza el mes de noviembre y con ello se aproximan cada vez las elecciones. Faltan pocos días para determinar los futuros consejeros regionales – aquellos responsables de determinar los recursos para los grandes proyectos de infraestructura para la región – para los diputados – quienes tendrán la tarea de legislar e impulsar el desarrollo económico y social del distrito y los candidatos presidenciales que pasarán a la segunda vuelta.

Pocas veces analizamos y hacemos una autocrítica como personas frente a los males de nuestra sociedad. Es común ver como la ciudadanía critica la justicia, la corrupción, los políticos que se repiten el plato por décadas. La verdadera razón por la cual todo eso ocurre, es culpa nuestra.

Las elecciones, más que una raya en el voto, es un acto de cesión de poder. Usted, culto lector, tiene la capacidad de decidir a quién le entrega su porción de poder, para que lo represente en los distintos organismos.

Cuando se observa que la justicia está mal y la delincuencia o el narcotráfico están presentes en su barrio de manera impune debido a la legislación, usted puede optar por el candidato que le asegure la presentación de proyectos de ley en esa relación. De lo contrario, todo seguirá igual.

Si la política está mal, no es culpa sólo de los políticos, sino de todos los chilenos. Nuestra baja capacidad de luchar y participar en la construcción de nuestra democracia, es la que posteriormente detona que personas que no merecen representar a los habitantes de esta larga y angosta faja de tierra, ocupen dichos cargos.

Hoy el voto es voluntario, pero la atención no es la forma de solucionar las cosas. Todos hemos vivido o conocemos a un cercano que requiere de más justicia, que ha sido asaltado, que requiere de atención médica de calidad, de educación con contenido que nos ayude a dar el salto al desarrollo, o simplemente algún familiar, vecino o amigo que requiere de un empujón del aparato público para salir adelante.

Por eso se vota el próximo 19 de noviembre. Si la abstención se mantiene, no existe moral para criticar a la sociedad, porque son precisamente estos los espacios para cambiar el mundo. Se puede, pero debe ir a sufragar.

Chile vivió muchos años sin la posibilidad de votar. Hoy, todos aman la democracia, pero si no la utilizamos para el bien común, entonces, no aprendimos nada.

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