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La Tribuna

Ya no somos animales

por Zazil-Ha Troncoso

En más de una oportunidad hemos publicado cartas de nuestros lectores que dan cuenta de esta afirmación, pero corresponde al buen periodismo comprobarlo y analizarlo.

La salud pública en nuestro país es, sin duda, una de las grandes deudas del Estado con sus habitantes más pobres o más vulnerables. Así se usa hoy en día para no utilizar la palabra pobreza.

Los problemas de adultos, niños y trabajadores suceden muchas veces por la falta de profesionales especializados, y otras tantas, por la falta de experiencia de médicos en formación que, al igual que gran parte de nuestra juventud, buscan todo en Internet, olvidando que la medicina se practica en seres reales y no virtuales.

Otros temas son tan básicos como recordar que sólo en Los Ángeles nacen niños, aunque sus padres tengan la facultad de inscribirlos en su ciudad cuando regresan a ellas.

Pues bien, situaciones como estas, o como las colas para llegar y que no queden cupos, son temas en los que se debe avanzar, no para obtener más votos en las elecciones, sino más bien para acabar con estas diferencias entre la salud pública y la privada.

Dicho esto como introducción, queremos detenernos en la calidad de la atención del Hospital de Los Ángeles, que si bien tiene todas sus especialidades repletas, con filas y con horas que deben esperarse por meses, debe ser una de las mejores del país.

En más de una oportunidad hemos publicado cartas de nuestros lectores que dan cuenta de esta afirmación, pero corresponde al buen periodismo comprobarlo y analizarlo.

Si bien hay temas que se pueden discutir (debatir, conversar, dialogar), como es la presencia de guardias en todo el hospital, hay otros que no tienen contraargumentación, y eso es precisamente la calidad humana de sus profesionales, técnicos, auxiliares y orientadores.

Hicimos los trámites como cualquier persona, sin identificarnos y sin pedir permiso, y lo hicimos para saber si las cartas de nuestros lectores eran reales y, salvo una mínima actitud, todo es humano.

Desde estas líneas nos sentimos obligados a reconocer la figura del director Bryan Romero, que aunque no supo que estuvimos allí, es la cabeza y responsable de todo.

Luego de ello, la Unidad de Traumatología con el especialista Mauro Beltrán y las profesionales Pamela Yáñez, Hilda Cepeda y Carla Viacava, que en todo momento atendieron a personas de todas las comunas con mucha delicadeza y paciencia.

Definitivamente, el trato es otro y se puede ver y sentir desde que uno entra, pero no basta sólo con esa calidad, pues se necesita con urgencia poner énfasis en el fin de las colas, en la contratación de más profesionales y en entregar salud digna desde el mar a la Cordillera.

En resumen, para el hospital ya no somos animales, hoy somos personas y esas cosas, por más que sean obligatorias (no era así en el pasado), se deben agradecer, porque sólo con respeto se puede ganar respeto.

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