Editorial

Tres años de gobierno y la ausencia de confianza en Bachelet

El gobierno de las reformas. Con ese profundo desafío, la entonces ex presidenta de la República, Michelle Bachelet, decidió renunciar a ONU Mujer para ser la candidata de esta nueva coalición llamada Nueva Mayoría, que se presentaba como un grupo de partidos que buscaba estar cerca de la gente, con sus problemas y solucionando sus realidades. Se trataba de la otrora Concertación de Partidos por la Democracia y que sumaba al Partido Comunista en sus filas.

La popularidad y capital político de Michelle Bachelet eran impresionantes, envidiables por todos. Al dejar su cargo en marzo de 2010, pese a que su corriente política perdió las elecciones, la mandataria cerraba la puerta de palacio con un histórico récord de aprobación que se empinaba por sobre el 84%.

Este mismo nivel de confianza la llevó a regresar a un segundo periodo.

Ante una derecha que no fue capaz de levantar líderes, la primera mujer presidenta llegó nuevamente a La Moneda con el 62,16% de los sufragios y asumió el mando del país con gran popularidad. Su primera medición le daba un 54% de respaldo ciudadano.

Todo iba bien, hasta que se conoció que su hijo y nuera se reunieron con el vicepresidente del Banco de Chile, Andrónico Luksic, para solicitarle un multimillonario préstamo, el cual abrió un caso de presunta especulación inmobiliaria para la compra de terrenos en Machalí.

Su silencio la desmoronó. Bachelet estaba de vacaciones, pero no las suspendió por el escándalo y todo este capital político deseado por todos se acabó para siempre.

Comenzó la desconfianza. El símbolo de la igualdad entre las personas, que cargaba por ser también la primera mujer presidenta, dejó en los chilenos la sensación difícil de borrar de que hubo tráfico de influencias para que su hijo y nuera aumentaran su fortuna de formas impresionantes.

El pasado sábado se han cumplido tres años de gobierno. Pese a que el futuro permitirá conocer si el trabajo realizado estuvo a la altura de lo que Chile necesitaba en este periodo, es lamentable que la presidenta genere tanto rechazo ciudadano.

Muchos se preguntan ¿qué pasará en su fuero interno? A pesar de que nadie lo sabe y probablemente nunca se conozca, claramente debe haber una frustración por todo lo ocurrido.

Hoy sólo queda cerrar su gobierno, al menos concretando su plan de trabajo, por el cual votaron los chilenos. Pero queda una lección, el liderazgo y la confianza son muy vulnerables, y si se pierden, difícilmente se recuperan.

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