Editorial

La Ley Emilia y la irreprochable conducta anterior

El 21 de enero de 2013, la pequeña Emilia Silva Figueroa, de sólo nueve meses de edad, perdió la vida luego de que Nelson Fariña Jara, un hombre que conducía con 1,9 gramos de alcohol en la sangre, impactara el vehículo de sus padres en la comuna de Vitacura, Región Metropolitana.

De acuerdo con el relato del padre de la menor en dicha ocasión, este sostuvo que en las últimas horas de vida de su hija, llegó una periodista y le consultó: “¿usted sabe que está libre el responsable?”. De ahí que a este hombre le surgió la idea de crear una ley, ya que no era un problema de interpretación. Su lucha fue constante.

Así, a partir de septiembre de 2014, con bombos y platillos el gobierno de dicha época sostuvo que “si usted causa lesiones gravísimas a otra persona, será sancionado con presidido desde tres años y un día hasta cinco años, además de una multa, incautación del vehículo e inhabilidad perpetua para conducir. Si usted le causa la muerte a una persona en un accidente de tránsito, será sancionado con presidio desde tres años y un día hasta 10 años. Si usted se fuga del lugar del accidente, aunque no esté bajo los efectos del alcohol, será sancionado con presidio desde tres años y un día hasta cinco años, e inhabilidad perpetua para conducir, multa y la incautación del vehículo. Tendrá la misma pena si se niega a someterse a los exámenes correspondientes”.

Escrito de esta manera, claramente se infundía mayor temor a los irresponsables. Pero era publicidad engañosa, ya que tal como aún se encuentra en la nota de prensa de la página oficial del gobierno, la sanción es “con presidio desde tres años” para quien cause lesiones gravísimas.

Pero como Chile es un país pobre en materia legislativa, donde la interpretación muchas veces logra dar vuelta todo un proceso judicial, las penas publicitadas no son tales, ya que si los responsables tienen sus antecedentes limpios, inmediatamente reciben un gran perdonazo en desmedro de las familias víctimas del hecho, que reciben un golpe bajo del Poder Judicial.

Este tipo de conductas las hemos visto en casos bullados como el del hijo de Carlos Larraín, el arquero Jhonny Herrera y tantos otros, en los que la sensación de impunidad, tras el actuar de la ley, simplemente decepciona.

Hace unos días en Los Ángeles tuvimos un hecho similar. Un hombre fue condenado por esta emblemática Ley a cuatro años, después de dar muerte a un hombre por ir en estado de ebriedad, pero sólo un año estará en la cárcel. ¿Quién hizo mal su trabajo? 

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