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La Tribuna

Pehuenches y la bandera en la Gobernación

por Leslia Jorquera

Los simbolismos pueden resultar necesarios, pero se deben respetar los conductos regulares. Claramente, los pehuenches, preferirían como reconocimiento del gobierno, la palabra cumplida que una bandera. Dialogo y acción. Eso es lo que está faltando.

Desde hace un tiempo que surgió la idea desde el grupo denominado mapuches urbanos, que pidieron a la Gobernación provincial de Biobío, se instalara al igual que el emblema nacional, la bandera mapuche que todos conocemos.

La idea fue gratamente acogida por el gobernador de la provincia de Biobío, Luis Barceló, quien, en el afán de otorgar la relevancia que merecen las comunidades de Alto Biobío e indígenas de la zona, se mostró favorable a participar.

Sin embargo, lo que podía ser motivo de profunda alegría, generó una especie de distanciamiento de opiniones con el alcalde de Alto Biobío, Nivaldo Piñaleo, no por la idea, si no por el fondo, lo cual es claramente aceptable.

Según el edil pehuenche, enarbolar la bandera podría ser una buena medida para reconocer a los pueblos originarios, pero según dice, no se ajustaría necesariamente a una bandera que represente a las comunidades de los cajones de Queuco y Biobío.

En este sentido y entendiendo la buena voluntad de ambas partes por destacar las culturas originarias, se hace necesario un diálogo más profundo que permita llegar a un acuerdo que permita un verdadero reconocimiento de las comunidades y su gente.

En primer lugar, el simbolismo de la bandera, se debería sociabilizar con los lonkos y representantes, de tal manera que sean ellos quienes voten en definitiva, si este elemento los identifica o si es otro. En segundo término, también existen más etnias como los moluches, por lo que habría que analizar y consultar de la misma manera si se sienten representados por estas determinaciones.

Desde el punto de vista de un ciudadano común, resulta menos complejo abordar el tema. Instalar la bandera, puede parecer fácil, respetuoso y representativo, sin embargo, existe la posibilidad que esto no genere el objetivo planteado.

Por ello, la Gobernación no debería basarse en un solo requerimiento de un grupo de indígenas “urbanos” si no que también, de quienes se encuentran en las llamadas tierras ancestrales.

Finalmente, se debe hacer mención a un tema que es de gran relevancia y que sin lugar a dudas daría un reconocimiento real a los indígenas locales.

Si la Conadi, de una vez por todas, les cumple la palabra y da  solución a la solicitud que por años lleva de trámite en trámite plagado de burocracias respecto a la compra del fundo Queuco, claramente habría un reconocimiento. Más allá que si usted, estimado lector, está o no de acuerdo con esta medida, lo cierto es que a las comunidades se les ha hecho la promesa en reiteradas ocasiones, gobierno tras gobierno, pero lo cierto es que no avanza nada.

Los simbolismos pueden resultar necesarios, pero se deben respetar los conductos regulares. Claramente, los pehuenches, preferirían como reconocimiento del gobierno, la palabra cumplida que una bandera. Diálogo y acción. Eso es lo que está faltando.

 

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