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Hasta siempre, don Ítalo

por Cristian Delgadillo Rosales

La vida puede terminar, tal como ocurrió en este caso, en el momento menos esperado. La vida de Ítalo nos enseña que lo más importante de nuestra existencia es estar siempre preparados y dispuestos a no ocupar de forma intrascendente nuestro tiempo, sino a buscar en nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, nuestro círculo social, nuestro entorno, cómo cambiar para bien la vida de las personas.

Cercano, lejos de la imagen tradicional de los empresarios, así era Ítalo Zunino Muratori. Quienes lo conocieron saben que se trataba de una persona especial, tremendamente caritativa y apasionada con cada una de las cosas que hacía. Alejado de la actividad política, los caballos fueron su motor de vida y, por esta razón, todo lo que realizaba giraba en torno a ellos. Precisamente, con sus queridos equinos fue tres veces campeón de Chile.

En su núcleo más cercano, como buen italiano, realizaba el rol de patriarca de la familia y en torno a él ésta se mantenía unida.

Al mando de la Empresa Periodística Bío Bío, su paso por la presidencia del directorio no fue inadvertido. Siempre involucrado en los procesos, tolerante y respetuoso del quehacer profesional, jamás utilizó el diario para cosas personales, de ello no sólo da fe este medio de comunicación, sino los lectores, quienes han podido percibir la independencia ideológica que jamás ha sido transgredida.

En este sentido, como el gran patrón, siempre fue tremendamente cariñoso con su gente. No hacía diferencias y en cada actividad donde había que reunirse con el personal, era uno más, tal como se ve en las fotografías.

La lamentable tragedia que enluta a nuestra provincia nos conduce a una reflexión sobre el propósito que tiene una persona en la vida, donde lo más importante no es lo que construye, ni las obras, sino el legado y el aporte inmaterial que deja a la familia y la comunidad. Sin importar lo que hayamos hecho hasta el momento, ni aun lo que hayamos vivido, estamos obligados a crecer cada vez más hacia la perfección como seres humanos, por algo somos la criatura más grande de la creación y tenemos un serio compromiso, no solamente con nosotros mismos, sino con el mundo para dejar un valioso mensaje a las generaciones.

Así como don Ítalo Zunino, todos tenemos un propósito, un sentido único y personal en la vida. Éste tiene que ver con los sueños y anhelos que nos lleven a alcanzar la felicidad.

La gran calidad humana del Nonno, como le llamaban sus cercanos, dejará una huella maravillosa en todos aquellos que lo conocieron.

La vida puede terminar, tal como ocurrió en este caso, en el momento menos pensado. La vida de Ítalo nos enseña que lo más importante de nuestra existencia es estar siempre preparados y dispuestos a no ocupar de forma intrascendente nuestro tiempo, sino a buscar en nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, nuestro círculo social, nuestro entorno, cómo cambiar para bien la vida de las personas.

Su legado debe ser un ejemplo, un testimonio de vida de lo que somos, lo que pensamos, lo que queremos y lo que hacemos.

Quienes trabajamos en Diario La Tribuna lamentamos la partida de Ítalo Zunino y a través de estas líneas, más que relatar un contexto biográfico acerca de cada uno de sus logros, queremos entregar un mensaje que invite a reflexionar sobre la importancia de quienes tenemos a nuestro alrededor.

Hasta siempre, don ítalo.

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