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La Tribuna

El dramático cambio en el centro de Los Angeles por el temor al coronavirus

por Juvenal Rivera Sanhueza

Pletórico de actividad, ahora las calles más céntricas de la capital provincial se observan completamente distintas. Muchos locales comerciales cerrados, otros tantos operando con escasa cliente y calles con muy poca gente es el panorama, en el inicio estado de catástrofe por la pandemia del Covid-19.

52, calle Rengo, nombre con mascarilla /

La cara de hastío

de Lisette no puede ser más elocuente. Son las 3 de la tarde en el centro de la

ciudad de Los Angeles y hay poca gente en las calles. Ya desde el martes que la

cantidad de peatones se ha reducido de una manera que ella nunca antes visto.

Lissete, apoyada

en un taburete, solía pasar sus jornadas procurando captar clientes para una

empresa de telefonía y televisión por cable. Los interceptaba en la calle con

su mejor sonrisa y les exhibía las bondades de su compañía. A veces funcionaba,

muchas veces no, pero lo que sí era cierto era que se entretenía en el

ejercicio de conseguir clientes de esa forma.

Pero ayer habían tan

pocas personas por la calle y así, desmotivada, tampoco hacía mucho esfuerzo

por ofertarles la amplia gama de planes de telefonía y las dejaba pasar a ese ritmo

tranquilo de la gente que camina sin prisas, que aprovechaban de aceras inusualmente

despejadas y abiertas.

Es que el

panorama del centro de Los Angeles varió de manera dramática durante esta

semana, después que las autoridades anunciaron el aumento de casos de

infectados por coronavirus en el país. Hasta la semana pasada, según la joven,

la ciudad vivía a su ritmo de todos los días, especialmente en las horas peak.

Pero ayer, 19 de

marzo de 2020, el centro de la capital provincial parecía ser el esperable pero

un día domingo cualquiera de febrero de hace 15 años. Pero las personas no se

fueron en micro desde la avenida Ricardo Vicuña al río Huaqui a capear el calor

incremente. No, porque tampoco ayer era un día de asueto. Ni tampoco hacía

tanto calor. Ayer, en pleno día laboral, muchos permanecieron en sus casas,

atendiendo los llamados de las autoridades a evitar las aglomeraciones, a

rehuir de los grupos humanos numerosos para reducir las posibilidades de un

eventual contagio. De hecho, entre el martes y el miércoles, vehículos

municipales recorrieron la ciudad - divulgando mensaje por megáfono - para pedir

a las personas quedarse en los hogares.

Y los pocos que

circulaban por la ciudad tantos optaron por salir pero sólo a trámites más

urgentes, a lo más básico. Y dentro de esos pocos que caminaban por el centro

de la ciudad - como elemento nuevo del paisaje- hubo varios que lo hicieron con

mascarillas. Otros emplearon pañoletas o pañuelos cubriendo su boca, aunque los

especialistas adviertan que esto último no sirve nada nada.

En la jornada de

ayer, el mall Plaza Los Angeles acató la orden gubernamental y todas sus

tiendas permanecieron completamente cerradas, aunque sus accesos por el paseo

peatonal y por Rengo permanecieron abiertos pero solo para que las personas

pudieran acceder a alguna de las dos farmacias del primer piso.

La mayor parte de

los locales permaneció cerrado ayer. Los letreros en sus accesos daban cuenta

que las puertas no serían abiertas al público. Uno que otro abrió sus puertas,

principalmente los locales de comida. Uno, en calle Caupolicán, puso una cinta

a un metro del mesón para evitar mayor cercanía con los clientes, a fin de

respetar la norma de la distancia como medida de protección. Otro, por calle

Colo Colo, cerró sus puertas y solo atendía por una ventana estrecha.

Ni siquiera las

vendedoras de humitas estuvieron con sus canastos, apostadas en sus lugares de

siempre. También desaparecieron.

Los bancos

atendían en grupos pequeños. Los clientes que iban llegando se apostaban a las

afueras, esperando su turno. En una notaría de calle Caupolicán, un joven

ataviado de un traje de protección que lo cubría enteramente, recomendaba a los

usuarios que se agolpaban al lado afuera.

En las farmacias,

especialmente la del Dr. Simi, por calle Colón casi al llegar a Colo Colo, se

hacían filas aguardando su atención.

La municipalidad,

atendiendo al decreto municipal de emergencia, permaneció con sus puertas cerradas.

Y así todas las dependencias de la corporación edilicia.

Lisette dice que

ella y el resto de las vendedoras de su compañía esperan instrucciones. Quizás

no sigan, que tal vez no tiene asunto permanecer en la calle haciendo algo que

parece no tener sentido. Solo una persona me pidió consultar por un plan de

internet porque quiere ver las películas en NetFlix, dice.

Su única

distracción fue ver cómo partearon a un tipo que estacionó una camioneta hiper-gigante

justo sobre la vereda, en plena calle Colón, para pasar a comprar algunas cosas

en la farmacia.

Hasta parece

bostezar de aburrimiento y si fue así, hace esfuerzos por disimularlo. Es que

hay más de 25 grados y algo de sopor en las calles de la ciudad que se

multiplica por mucho justo después del almuerzo, en una tarde inusual en el

centro de Los Angeles.

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