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La Tribuna

La historia de tres megasismos en Los Ángeles

por Juvenal Rivera Sanhueza

Después del terremoto del 27 de febrero de 2010, la capital de la provincia de Biobío ha sido azotado por tres terremotos de gran intensidad a lo largo de sus poco más de 290 años de historia. En la presente publicación, se hace una síntesis de las principales consecuencias de aquellos episodios de la naturaleza, en que se trasunta también el efecto transformador de los movimientos telúricos.

1, terremoto de 1960, esquina de Colo Colo con Valdivia /

1835

Un 20 de febrero de 1835 se produjo uno de los eventos más importantes de la historia local que estuvo ad portas de ocasionar uno de los cambios más radicales que, eso sí, finalmente no se concretó.Ese día, cerca de las 11,30, la tierra tembló como pocas veces se había tenido registro (se estima que fue 8,5º Richter). Se conoció como el "Terremoto de La Ruina" y durante décadas, la creencia popular lo atribuyó a una maldición lanzada por mapuches después de ser expulsados de Talcahuano, quienes habrían tapado el cráter del volcán Antuco.El movimiento redujo a escombros la villa de Los Ángeles. También Chillán, Concepción y una decena de pequeños pueblos y localidades. Un maremoto posterior asoló las costas desde la zona centro sur, aumentando el reguero de muerte y desolación.Los Ángeles era una villa habitada por un puñado de hombres y mujeres (no más de 2 mil personas) que quedó en el suelo porque prácticamente todas sus casas eran de adobe. Como si fuera poco, después llovió con tal intensidad que arruinó los cultivos de trigo, aumentando el hambre y las enfermedades de los meses siguientes.Fue tal su impacto del terremoto que las autoridades de la época pensaron en trasladar la villa de Los Ángeles a otra ubicación. De hecho, se evaluó seriamente la alternativa de refundación en el sector de Diuto, unos 20 kilómetros al poniente de su actual emplazamiento, por lo que ahora se conoce como el camino a Antuco.Una decisión de ese tipo no era extraña para la época. A consecuencia del mismo movimiento sísmico fue que obligó a trasladar a Chillán a su actual ubicación. Lo que quedó es lo que ahora conocemos como Chillán Viejo.Finalmente, la idea que fue empujada por las autoridades de Los Ángeles en ese tiempo no prosperó, principalmente porque primaron razones de tipo defensivo (los militares dijeron derechamente que no a esa alternativa) y Los Ángeles continuó en el sector actual.Sin embargo, la tarea de levantar la villa no fue nada de fácil, tomando en cuenta que hacía muy poco tiempo que había sido reconstruida. De hecho, hacia 1820 fue asaltada y quemada por las montoneras que seguían siendo leales al Rey de España, en ese oscuro episodio de la historia conocido como Guerra a Muerte. Costó mucho para volver a asentar la población en un territorio que varios meses del año sufría el virtual aislamiento porque las crecidas de los ríos tornaban intransitable las vías de comunicación, en la zona de la frontera que aún vivía en una situación de completa incertidumbre por el pillaje de las bandas de cuatreros.

.-.-.-1939Corría la segunda mitad de la década del 30 y había que pensar en algo grande en Los Ángeles. Es que el 27 de mayo de 1939 se celebrarían los 200 años de la fundación de la ciudad. Un acontecimiento relevante para la historia de cualquier localidad.Por eso, el 16 de julio 1936 se creó una Comisión Pro Celebración del Bicentenario, presidida por uno de sus vecinos más destacados, Domingo Contreras Gómez, quien enseguida se puso manos a la obra para gestionar en Santiago los recursos para realizar obras públicas en la ciudad.Sin embargo, justo cuando a Los Ángeles ya le quedaba unos pocos meses para celebrar su bicentenario, sobrevino la tragedia.A las 23:30 horas del 24 de enero de 1939, un violento terremoto sacudió la zona centro sur del país, lo que causó miles de muertos en Chillán y Concepción. Fue conocido como el terremoto de Chillán porque esa ciudad quedó literalmente en el suelo y con más de 30 mil muertos.En Los Ángeles, si bien no hubo semejante número de víctimas fatales, los daños materiales fueron enormes. El 75% de los edificios sufrió fallas estructurales. Algunos de ellos fueron el hermoso edificio de la intendencia, en la esquina de calles Colón con Lautaro, o las dependencias del regimiento, que se situaban en calle Caupolicán, frente a la plaza de armas.Se dice que el gobernador de la época, Ramiro Segura Cárter, para no complicar más a un aproblemado Presidente Pedro Aguirre Cerda, que acababa de asumir el mando del país, minimizó el impacto de la tragedia en la zona, de tal forma que los esfuerzos se concentraron en las ciudades vecinas en detrimento de Los Ángeles.Por lo mismo, dos semanas después del episodio, los propios vecinos de la ciudad decidieron reunirse en un Cabildo Público, ocasión en la que expusieron la diversidad de problemas e hicieron un petitorio a las autoridades del país para hacer frente a la contingencia.Lo primero y más perentorio que se pidió al gobierno fue el envío de ingenieros, arquitectos y obreros, que ayudaran a reparar lo dañado. También se abogó por levantar 500 viviendas básicas a fin de socorrer a los damnificados, en previsión de un invierno previsiblemente inclemente.En medidas de tipo económico, se solicitó el otorgamiento de facilidades para cancelar los créditos, exenciones en el pago de contribuciones y préstamos a tasas convenientes, entre otras acciones.El listado de peticiones, que sumaba 16 puntos, consideró además la construcción de edificios públicos debido a los daños ocasionados en los existentes, como un nuevo hospital y un cuartel para Carabineros, junto con una cárcel, escuelas y liceos, entre otros. Incluso, se hicieron peticiones de mayor envergadura como el traslado de la estación de ferrocarriles a un punto más conveniente y del cuartel del regimiento que estaba frente a la plaza, por calle Caupolicán.En la práctica, algunas de las peticiones ciudadanas sí fueron consideradas por las autoridades. Una de las más relevantes fue el traslado de la unidad militar a un predio situado al final de la avenida Ercilla, donado por Cirilo Godoy. También se reubicó la cárcel- que estaba por la avenida 21 de Mayo, frente a lo que ahora es el supermercado Jumbo - a un terreno situado al final de la avenida Ricardo Vicuña.Si bien llegaron profesionales y especialistas a la zona para evaluar el impacto del terremoto, las primeras viviendas para los damnificados se entregaron recién en 1947. En tanto, el nuevo hospital vio la luz a inicio de los años 50 aunque el cuartel policial siguió siendo el mismo hasta principio de los u201990. Varias escuelas se reconstruyeron en los años siguientes.Otra decisión tomada en esos meses posteriores al terremoto fue postergar la celebración del bicentenario para tres años después. Es decir, los 200 años de nuestra ciudad se festejaron cuando cumplió 203.Además, el mismo Domingo Contreras Gómez sacó la primera parte de su monumental obra histórica: Santa María de Los Ángeles (dicho sea de paso, ese título instaló la idea que la ciudad se llamaba de esa manera, aún cuando el acta de fundación indique que Los Ángeles se llama así, a secas).El corolario de todos estos festejos por los 200 años (en realidad, 203) fue cuando en la última semana de noviembre de 1942 visitó la ciudad, el Presidente de la República, Juan Antonio Ríos, que se reunió con lo más selecto de la sociedad angelina.

1960

El terremoto de mayo de 1960 (21 y 22 de mayo) aún es recordado por las generaciones mayores de Los Ángeles, tanto por su intensidad como la magnitud de los daños.Decenas de edificios quedaron con perjuicios de gravedad aunque, afortunadamente, sin un saldo lamentable de víctimas fatales. Uno de los lugares afectados fue el edificio del Liceo e Internado del liceo de Hombres, situado frente a la plaza de armas, sobre el cual pesó una orden de demolición. Sin embargo, esa alternativa se desechó gracias a la presión de la comunidad educativa (alumnos, profesores y apoderados).A consecuencia de lo mismo, se apresuró la entrega de las viviendas de población Galvarino que estaba en plena construcción. También ahí tuvieron origen las poblaciones 21 de Mayo y Clara de Godoy, las cuales fueron ocupadas por familias de damnificados. Un par de años más tarde se levantó la población Kennedy (originalmente llamada Alberto Risopatrón) que se financió con aportes solidarios de distintos países. En ese tiempo, también se hizo un anuncio relevante: una propuesta de remodelación del radio céntrico de la ciudad, que consideraba calles y avenidas amplias, edificios y viviendas de calidad.Un par de meses después que se produjo el movimiento telúrico, la Corporación de la Vivienda (Corvi) anunció una propuesta gigantesca para Los Ángeles.¿En qué consistía? En intervenir 25 manzanas céntricas para proyectar calles y avenidas más anchas, nuevos edificios públicos para atención de las personas, más lugares de esparcimiento, más espacios donde vivir dignamente. El perímetro estaba formado por las calles Almagro, Tucapel, Mendoza y Baquedano. Se compraría o se expropiaría si no se llegaba a acuerdo con el fisco.Sin embargo, en octubre de 1960, recién dos meses después de aquel anuncio, la Corvi comunicaba que se había quedado sin recursos para poner en marcha un plan de esa naturaleza. La urgencia de la reconstrucción nacional post terremoto había agotado las reservas fiscales. En consecuencia, la gran remodelación de Los Ángeles quedaría postergada a la espera de un financiamiento que, por cierto, nunca llegó.Hubo algunos intentos para reactivar la propuesta. Las autoridades de ese tiempo no se quedaron de brazos cruzados y viajaron a Santiago para pelear la iniciativa en la Corvi. Sin embargo, se volvieron con las manos vacías. Hay que reconocer que tampoco hubo mucho empeño.Al cabo, de las 25 manzanas a intervenir, el plan sólo se llevó a cabo en dos manzanas: los bloques de departamentos de la calle Colón y los de la plaza Pinto. Hubo un intento por incluir la manzana frente a la plaza, por calle Colón, entre Caupolicán y Lautaro, pero sus propietarios no mostraron entusiasmo alguno. 

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