Sirrope: el exitoso emprendimiento de la inquieta Carmen Gloria Cáceres

Leyla Bascur Contreras

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Lo primero antes de iniciar este relato es explicar dónde se ubica Polcura, para contextualizar de donde viene toda la fuerza y calidez de Carmen Gloria Cáceres, la protagonista de esta historia.

Polcura (palabra proveniente del mapudungún que significa piedra amarilla), es una localidad precordillerana ubicada en la comuna de Tucapel, en la región del Biobío y la provincia del mismo nombre, a 20 km de Huépil en dirección hacia el este. Por este lugar se puede llegar al camino que se dirige hacia el volcán Antuco.

Es un pueblo muy tranquilo, con una belleza que proviene de su naturaleza, que se puede disfrutar a cada paso.

En medio de esa tranquilidad emerge Carmen Gloria, una mujer adulta con una gran sonrisa y una alegría que corta la tranquilidad del paisaje.

Con una actitud amable comienza a relatar un poco de su vida “soy casada hace 40 años - así es que no soy na’ muy joven dice riendo – tengo tres hijos, mi mayor tesoro de la vida y tengo un nieto. Ninguno de ellos vive conmigo, por eso nos quedamos en el campo...todos volaron, son muy apegados pero cada uno es dueño de su libertad. Tienen unas tremendas alas pero todos vuelan muy alto e independiente”.

Siempre risueña sigue su relato “mis hijos realizan sus sueños con todas la pasión del mundo, incluso tengo uno que vive en París ¡imagínate! desde los 22 años es doctorado en neurociencia. Yo lo visito una vez al año”.

SIRROPE

Uno de sus mayores orgullos personales es haber sacado adelante un producto totalmente natural, y que además rescata una receta clásica de la gastronomía nacional.

Carmen Gloria creo un producto que mezcla el Sirup y el arrope, se llama Sirrope “era una receta muy antigua de mi mamá, porque con el arrope teníamos postre todo el año, porque todas las leches con arroz, con sémola, nevada eran acompañadas con este delicioso producto”.

Para que se entienda el arrope (del árabe hispano arrúbb, y este del árabe clásico rubb) o mostillo es el producto obtenido mediante deshidratación parcial del mosto a fuego directo hasta llegar a la caramelización de sus azúcares, para obtener una consistencia de jarabe. Se le suelen añadir trozos de frutas a la cocción. Es una forma tradicional de hacer dulce sin azúcar.

Este producto lo comercializa en unas preciosas botellas de vidrio, en un envase que elabora su esposo con madera nativa.

“Actualmente, lo estoy comercializando como regalos corporativos y me ha ido espectacular; es un producto tan natural y tan rico que cada vez me lo piden más” describe Carmen.

Un emprendimiento sustentable, de todo punto de vista, mezclado con la alegría y el buen gusto de sus creadores. Se puede encontrar en la web, instagram o facebook con el mismo nombre.

MANOS DE LA CORDILLERA

No es fácil seguirle el ritmo a esta incansable mujer de 60 años, que no los demuestra, porque además lidera un reconocido taller de tejido llamado Manos de la Cordillera.

“Mi mamá era una tejedora, maravillosa y vivimos en Polcura cuando éramos chicos, somos 6 hermanos, y ella a todos por igual nos enseñó a tejer. Mi hermana y yo, somos fanáticas del tejido, pensamos que es aburrida la vida sin tejer”.

Partieron el 2010 “aquí en Polcura hay muchas mujeres que tejen, como en todos los pueblos, ellas ya estaban en esto tal vez faltaba un poco de diseño pero tejen maravilloso” comenta la emprendedora.

“Estas ‘juntaciones’ (ríe) tenían algo de fondo, de desarrollo de algún tema de conversación interesante, de alguna manera tejiendo empezamos a hacer cosas muy bonitas; incluso aparecimos en la revista de Decoración de El Mercurio, que todavía la tengo guardada, porque realmente hacemos cosas lindas”.

“Somos de promedio como 15 mujeres, porque esto fluctúa entre 25 y 30 personas depende de las actividades que realicen ellas, a veces se van a trabajar a Santiago pero siempre vuelven al taller. Nos reunimos todos los lunes en mi casa.

Nuestro motivo es el tejido pero también hacemos actividades de desarrollo personal o conversaciones profundas de análisis de vida, para todas juntarse es como un acto social porque aquí no hay nada más estamos súper aisladas de todo, entonces todas esperamos el lunes para juntarnos a compartir, hacer una convivencia, mate, conversar y tejer”.

Por ahora lo componen sólo mujeres, sin embargo, aunque está abierto a absolutamente todo el mundo participaron varones “un tiempo que realizamos tejidos que además tenían botones de madera y ahí si participaron hombres; también nos ayudaron a hacer husos y telares de madera nativa”.

En cuanto a los tipos de tejido hay varios: palillos, crochet, telar, esto último con distintas técnicas.

Finalmente relata cual es la actividad más importante que realizan “nosotros como grupo le damos al Taller un enfoque que es salir de nuestra burbuja y poder hacer cosas sociales, es así como también está la Feria Costumbrista hicimos un proyecto hace tres años que postulamos al FNDR de Cultura y salimos aceptadas por ahí conseguimos el financiamiento para esta iniciativa que realizamos en diciembre de cada año y que aparte de mostrar nuestros tejidos y creaciones también entregamos la posibilidad de visibilizar a la comuna a través de artesanía y tejidos. Es una fiesta impecable, se desarrolla en medio de mucha armonía. Es tan concurrida tanto por visitantes como expositores que para estos últimos realizamos un proceso de selección porque nos llegan muchas personas”.

Todos los productos los comercializan a través de internet, por su página de facebook desde Polcura a todo el mundo.