En
el Congreso sobre Actividad Física, Salud y Deportes, apareció el tema La Competición Deportiva en
la Infancia . Las opiniones sobre esta exposición generalmente se polarizan, ya
que existen defensores junto a detractores de ella.
A
mi modo de ver no es lo uno, ni lo otro, porque antes de tomar partido por una
de las posiciones se tendrían que responder las siguientes preguntas: ¿para que
se compite deportivamente?, ¿cuándo realizar la competición deportiva? y ¿dónde
realizar la competición deportiva?.
De
todas formas, me enfocaré en la primera interrogante, porque la competencia
debe ser un medio para la formación personal del deportista, mejorar la técnica
deportiva en una especialidad, relacionarse con sus pares, desarrollar el
trabajo en equipo junto a la formación de los valores que otorgan las
disciplinas (perseverancia y superación entre otros).
Desafortunadamente,
cuando el objetivo de la competición deportiva en la infancia solo tiene como
objetivo obtener resultados (salir campeón y obtener primeros lugares)
presionado por el medio que rodea al niño (padres, apoderados, profesores,
técnicos, dirigentes y otros), obviamente no es positivo, pero no por algo
antojadizo, sino porque la psicología enseña que una personalidad en formación
es volátil, cambiante, frágil, por lo tanto, una excesiva presión de obtener
resultados puede jugar en contra sencillamente porque si el niño no obtiene los
resultados esperados, lo más probable es que se vaya formando un sentimiento de
frustración interna que en algún momento explotará acarreando consecuencias nefastas.
Al
preguntarle a los chicos ¿porque dejaste el deporte competitivo?, la respuesta
es reiterativa: Porque ya no estaba siendo divertido .
Y
esa es la respuesta, el niño quiere jugar y divertirse, así que es un craso
error de los adultos, querer ver en un joven deportista a un deportista de
elite pero en miniatura . Todo es a su tiempo.
Axcel
Luhr Rauch
M.
Sc. Cs. De la Actividad Física, Salud y Deportes.
Unicamp/Brasil